imagen de un niño jugando

Hace mucho tiempo, en Antequera, imagino que seria extensible a todos los pueblos de España, las personas, sumergidas en la pobreza y al margen de la igualdad, a causa de la miseria existente tras la estúpida Guerra Civil, eran muy distintas.

A pesar de que vivían mal vestidos y desnutridos, a pesar de que partirían por un camino de pocos amigos y mucha miseria, a pesar de que ese camino sería de incertidumbre y de imprevistos, a pesar de todo eso supieron recuperar su estado de ánimo, su sentido de la integridad, su interés por la reconciliación entre los pueblos, así como su intención de construir día a día un mundo mejor. Todos estaban de acuerdo. Las personas sentían la necesidad de vivir bajo el efecto de la solidaridad, como admitir que nada se consigue si nadie se entrega los demás.

Y así fue como se llegó a una economía suficiente aunque sin derroches. Se consiguió avanzar en el mundo de la educación y de la cultura y la gentes comenzaron a ser felices. Y para terminar  en aquellos años de la segunda parte del siglo XX comenzó a haber menos opresión y más libertad, menos destrucción y más grandeza, menos maldad y más bienestar, menos odio y más amor.

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