La velocidad mata, esto es algo que nos llevan diciendo desde hace muchos años, pero algo tiene que nos atrae y nos lleva a sobrepasar los vertiginosos límites de velocidad impuestos en nuestras carreteras. Bromas aparte, un estudio de Fundación Mapfre explica que se podrían salvar casi 400 vidas al año si se respetasen los límites de velocidad.

Este dato se basa en esto: el 51% de las colisiones entre vehículo con fallecidos y el 44% con lesionados graves tienen como causa el exceso de velocidad. Y yo no soy nadie para desmentirlo y tampoco voy a negar que esos vehículos fuesen por encima del límite de velocidad, pero no me queda clara la regla matemática aplicada.

Para conseguir estas cifras se han estudiado 500 reconstrucciones de accidentes a conclusión a la que se llega es que se podrían salvar 379 vidas al año y evitar 1.852 heridos graves en España si se respetasen los límites de velocidad.

A golpe de normativa

La apuesta es el Asistente de Velocidad Inteligente, un sistema que lee las señales de tráfico, controla los límites visualmente y también por GPS. Con esta información se encarga de limitar la velocidad del vehículo a lo que marque la carretera en cada momento. Se supone que podría reducir las muertes en un 20%, pero como es desconectadle ese porcentaje variará en función de cuantos conductores lo lleven o no activado en su vehículo, ¿no?

Se espera que la Comisión Europea lo incluya como equipamiento obligatorio para el mercado Europeo, lo que supondría un sobrecoste a la hora de comprar un automóvil. Si es por seguridad, bienvenido sea, sólo con salvar una vida merece la pena. Pero ahora centrémonos en las cifras puras y duras. Si reducimos la velocidad habrá menos accidentes mortales, hasta aquí de acuerdo. ¿Pero cuántos menos?

Los temidos despistes

Los teléfonos móviles han supuesto un aumento más que considerable de los despistes al volante (y de determinados tipos de accidentes). Esto es cierto, igual que también despistan las fabulosas pantallas táctiles que incluyen infinitas funciones, internet y hasta nos conectan a las redes sociales mientras circulamos.
Todo esto reduce la atención en la conducción, pero también se debe a que conducir en carretera resulta tremendamente monótono. Una de ellas es una velocidad máxima permitida que resulta escasa en miles de kilómetros de autopistas y autovías de nuestra geografía.

No necesitas un vehículo de última hornada o de alta gama, con cualquier coche de hace diez años (2005-2006), en autovía, tras 200 kilómetros al volante y, por ejemplo, cruzando los llanos de La Mancha a 120 km/h, el despiste con cualquier cosa que esté a tu alcance o el letargo están a flor de piel. Suma a la ecuación un vehículo actual, cómodo, con control de crucero y un montón de cositas para tocar en la pantalla…

¿Asistente de Velocidad Inteligente? Bien, pero habría que sumarle más dispositivos para conseguí una burbuja de seguridad, como el aviso y asistente de cambio involuntario de carril, el aviso de ángulo muerto, el aviso de colisión, la frenada automática de emergencia y hasta el control de crucero adaptativo.

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