Flaco favor nos hace a los que creemos que la
remodelación de la ahora conocida como Plaza de San Agustín era innecesaria,
quien en un intento de mostrar sus ínfulas artísticas ensucia con sus pintadas
la base de la escultura que allí se ha instalado. No tiene lógica pensar que
esa obra no es necesaria, que es un derroche en un momento en que la sociedad
requiere otras soluciones más vitales y en cambio, añadir al elevado coste que
ha supuesto, un esfuerzo más a las arcas municipales para limpiar su destrozo.
Hay que felicitar por la rapidez con la que se
ha hecho la limpieza, aunque el cafre en cuestión ya ha tenido su minuto de
gloria puesto que ahora parece, que de repente la ciudad tiene un problema con
los actos vandálicos, cuando esto viene de atrás y no es tampoco más grave ni
menos que el que pueda existir en otras ciudades. Ojalá, por cierto, esa
dedicación para denunciar y limpiar este símbolo ateo fuera la misma para otras
muestras similares y de peor gusto que deslucen nuestras calles, parques
infantiles, etc.
El “artista” en cuestión ha demostrado de la
peor manera posible que estamos en una sociedad plural. Teniendo en cuenta sus
ideas y si no le gusta la estatua debería haberse manifestado de alguna otra
manera. Aunque también es cierto que el manifestarse en contra se hizo
complicado porque la misma celeridad que se ha empleado para su limpieza la
tuvo el anuncio y ejecución de la obra.
Queda claro que lo que se intentaba era evitar
otro “Morenogate”, esto es, la acción de ciudadanos que en redes sociales e
incluso recogiendo firmas mostraron su desacuerdo con el cambio de ubicación de
la estatua del Capitán Moreno. Dos mil firmas, cifra nada desdeñable que no
pareció ser suficiente ni siquiera motivo para replantearse  la situación.
Mientras tanto, ciertas cuestiones importantes
no se plantean. Una de ellas es que hemos de convivir en una sociedad plural y
en cambio nos encontramos con un Ayuntamiento cuyas actividades proselitistas
van en  aumento, e incívicos cuyos
métodos para hacer frente a esto son del todo equivocados y con los que no gana
nadie y en cambio, perdemos todos los antequeranos.
Tampoco el debate debería girar en torno a si
el equipo de gobierno se preocupa por hacer obras en el centro o en los
barrios. La cuestión es que las obras que se hagan sean verdaderamente
necesarias. Se evita por tanto,  el
debate serio y ponderado que se requiere sobre el modelo de ciudad que queremos
para el futuro: Si existirá una apuesta firme por la peatonalización de calles
o no, la repercusión que esto puede tener para el comercio local, el
embellecimiento de la ciudad… Debate en el que los ciudadan@s y distintos
colectivos tendrán mucho que decir. Hasta que llegue ese debate da la sensación
que la ciudad  queda expuesta al  “parcheado” al gusto, de cada nuevo regidor.

Juan María Hatero

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