Por un instante cierra los ojos y trata de imaginar tu casaconvertida en escombros, esa de la Cuesta Archidona o de Santa Catalina o del Barrio Girón, esa que es tu hogar y tu refugio. Piensa en tu oficina derruida y tus compañeros muertos o desaparecidos. Trata de imaginar a tu hijo mayor escondido en un boquete para que no ser reclutado y a tu hija pequeña mirándote aterrada esperando que la saques del infierno porque tú eres el único que puedes ayudarla. Piensa en que ocultar a tu familia de los disparos, las explosiones y las ejecuciones fuera tu única tarea…tiemblas sutilmente porque sabes que cogerías lo poco que pudieras y pondrías rumbo hacia Las Pedrizas buscando el puerto de Málaga o dirección hacia Sevilla buscando Portugal… sólo si eres capaz de traerte el horror a tu entorno, de imaginar que podría haberte tocado a ti, sólo entonces, podrás acercarte levemente a la situación que vive el pueblo Sirio y que simplemente alcanzo a calificar de terrible. Sé que no puedo aportar nada nuevo y mucho menos soluciones, estamos constantemente informados y las decisiones las toman otros. Pero si puedo lanzar la reflexión anterior que no es otra cosa que una llamada a la empatía. Ojalá pudiéramos hacer llegar unas toneladas de esa empatía a los líderes de los países que miran hacia otro lado o ponen trabas a prestar asilo.

En España no va a ser fácil. Nosotros no estamos precisamente para ser muy generosos, no se puede ofrecer lo que no tienes y me refiero a puestos de trabajo. No olvidemos a esas familias españolas que aun estando en sus casas necesitan apoyo para salir adelante. Ayudemos a los que vienen y a los que ya están.

Quiero confiar en las buenas intenciones de los políticos, en la correcta gestión de los fondos que se van a liberar como ayudas, en la capacidad de Naciones Unidas para afrontar el problema desde la raíz haciendo un llamamiento eficaz para el diálogo. Quiero confiar en que se pueda construir un mañana mejor para el pueblo Sirio.

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