Con la sensación de haber dado un paso muy importante, nunca decisivo, en su objetivo por devolver la plaza perdida en la máxima categoría del fútbol sala nacional hace dos campañas y repitiendo final en casa por segundo año consecutivo después de que O Parrulo le bajara del sueño en 2017, el UMA Antequera preparaba minuciosamente durante la semana el asalto al segundo partido con un Real Betis que se había visto sorprendido en «Amate» por la eficacia antequerana tras endosarle un 2-6, concluyente pero que consabidas las dificultades y la igualdad que llegados a este extremo mantienen los equipos que buscan un mismo objetivo el segundo de los encuentros se sabía a priori que no iba a tener que ver nada con el primero y que los dos equipos utilizarían sus consabidas estrategias y armas puntuales para desmontar a su rival.
El partido de inicios guardó un intenso paralelismo con al ida celebrada una semana antes en Sevilla. Un UMA concienciado y tratando de desmontar las opciones de su rival desde el primer momento fue quien dio el primer golpe a través de Nacho Caballero (M.5). Un tanto que fue acusado notablemente por su rival que empezó a verse con un marcador adverso y una eliminatoria ya traída en desventaja desde su propia cancha. Al Betis le costaba reaccionar y presa de su propia impo tencia vio a su rival muy metido en el choque recibiendo dos nuevos tantos de Dani Ranos (M.12) y Juanra (M.14), que ponían ya un gran trecho de por medio llegándose al descanso sin que el marcador se modificara. El cuadro blanquiverde salió literalmente a la desesperada y buscó reducir distancias por la vía rápida. De hecho Raúl Gómez hace alimentar algunas esperanzas a los visitantes cuando (M.24), pone el primer y único tanto a la postre de los derrotados que aunque lo siguieron intentando por todos los medios y jugando además de “cinco”, se vieron totalmente desbordados por el trabajo físico y de presión de sus rivales que creyeron firmemente en la victoria. Alberto Baena desde propio campo y tras una pérdida rival ponía el definitivo (4-1), ante la algaravía de una afición que pobló las gradas de cubierto antequerano y que dos años después del primero volvía a marcar cifras históricas dentro del fútbol sala de este país con un segundo ascenso logrado a base de constancia y esfuerzo.