Día de Playa
Por Manuel Hidalgo
Un día de playa, bueno eso dicen, porque para mí ni playa ni nada. Para los componentes familiares y amigos, un calentamiento de cabeza, como vamos a ir a la playa si salimos de viaje dirección a Málaga a las doce de la mañana si lo más temprano que llegaríamos seria a la hora del café, pero todos nos dijimos que sí y el camino siguió su curso. Primero habría que llegar a ver los tres gatos de mi hijo y señora que lo tenía en Nerja en un invernadero de plástico cerquita a la playa. De allí fuimos a recoger al perro que también estaba cerca de la playa. Que se llamaba “Ghiry” casi nada. Todo un ritual de recogidas. Ya bien pasada la tarde, terminamos de comer. Pero el cansancio era tal, que no dio tiempo de quitar la mesa, cuando tan solo le pude decir a mi hijo: podíamos salir antes, antes que se haga de noche, a tomar el fresco por el paseo marítimo y así poder tomar un helado antes de que se haga de noche, pero no les dio tiempo, porque estaba cerrado. Y entonces dijo el heladero: ya no podemos servirle, venid mañana pero más temprano. De vuelta a mi casa un poco contrariado por el día tan nefasto, le dije a mi señora el domingo que viene salimos a las seis de la mañana.