Verano, sol y salud: cómo cuidarte para disfrutar sin riesgos

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Las altas temperaturas, la exposición al sol y los cambios en la rutina pueden afectar nuestra salud si no tomamos algunas precauciones básicas en verano. Para poder aprovechar al máximo esta estación sin poner en riesgo nuestro bienestar, es fundamental adoptar hábitos saludables que nos ayuden a mantenernos fuertes y con energía.

Una de las claves para protegernos del calor es mantener una hidratación constante. Cuando el cuerpo transpira para regular la temperatura, pierde líquidos y sales minerales esenciales, por lo que no basta con beber solo cuando tenemos sed. Es importante tomar agua durante todo el día, complementándola con infusiones frías, zumos naturales o frutas ricas en agua como la sandía o el melón. Evitar bebidas azucaradas o con cafeína, y controlar el consumo de alcohol, ayuda a mantener el equilibrio hídrico que nuestro organismo necesita para funcionar correctamente.

Junto a la hidratación, la piel merece especial atención. La radiación solar puede ser muy dañina si no nos protegemos adecuadamente. Usar un protector solar con un factor alto y aplicarlo regularmente es imprescindible, incluso si estamos a la sombra o en días nublados. Además, llevar ropa ligera y de colores claros, sombreros y gafas de sol complementa esta protección, evitando quemaduras y el envejecimiento prematuro de la piel. Después de la exposición solar, hidratar la piel con cremas específicas ayuda a repararla y a mantener su elasticidad.

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En cuanto a la alimentación, el verano es un buen momento para optar por comidas frescas y ligeras que faciliten la digestión y aporten nutrientes esenciales. Las ensaladas, los pescados a la plancha y las frutas de temporada son opciones ideales para mantener el cuerpo nutrido sin sentir pesadez. Evitar los alimentos fritos o muy procesados también contribuye a que nuestro organismo no se sature y podamos sentirnos mejor durante el día.

Aunque el calor puede reducir las ganas de hacer ejercicio, mantenerse activo es fundamental para conservar un buen estado físico y emocional. Actividades suaves como caminar a primera o última hora del día, nadar o practicar estiramientos son perfectas para mover el cuerpo sin sobrecargarlo. También es importante prestar atención al descanso. Dormir bien ayuda a recuperar fuerzas y a mantener el sistema inmunológico fuerte, por lo que es recomendable ventilar bien las habitaciones y usar ropa de cama ligera para facilitar un sueño reparador.

Por último, pero no menos importante, hay que estar atentos a las señales de nuestro cuerpo para prevenir situaciones de riesgo como los golpes de calor. Mantenerse en lugares frescos durante las horas de mayor sol, hidratarse constantemente y evitar esfuerzos físicos intensos en esos momentos es esencial.

Cuidar la salud mental también es parte de un verano saludable. Estos meses pueden ser una oportunidad para desconectar del estrés cotidiano, pero también pueden generar ansiedad si las expectativas son demasiado altas. Dedicar tiempo a actividades que nos relajen, compartir momentos con seres queridos y respetar nuestros propios ritmos es clave para mantener un equilibrio emocional que refuerce nuestro bienestar general.

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