Tras la DANA que asoló Valencia, Ramírez sintió la necesidad de convertir su ficción en un acto totalmente solidario, etiquetando cada ejemplar con un ‘Todos con Valencia’
Hay perfiles que parecen diseñados para la ficción. Un licenciado en Ciencias Exactas y Económicas por la Complutense que, tras más de tres décadas escalando posiciones en los departamentos de marketing de gigantes como Merck Sharp & Dohme, Lilly o Pfizer, decide volcar su conocimiento del sistema en un thriller trepidante.
Este no es el argumento de su novela, sino la biografía de su autor, Joaquín Ramírez (Loja, Granada), quien ha presentado su obra ‘El Paradigma de la Excelencia’ en el Salón Carmen Linares de la biblioteca de Archidona.
El acto, que contó con la presencia del concejal de Cultura, Pablo Garrido, y la bibliotecaria municipal, Soledad Nuevo, se convirtió en un escenario íntimo para desvelar los secretos de un mundo tan global como hermético.
La novela es, en palabras del propio autor, una catarsis de su vida profesional. «En mis páginas vais a encontrar parte de mi experiencia en forma ficticia, claro está, de todo lo que he vivido», confesaba Ramírez durante la presentación. No habla desde la lejanía; habla desde las entrañas del «auténtico laberinto», como él mismo describe a la industria farmacéutica. Su obra se nutre de la autoridad que le confieren treinta años de carrera, una trayectoria que le ha permitido observar de primera mano las prácticas y la psicología interna de un sector que, para el gran público, permanece encapsulado y enigmático.
El Paradigma de la Excelencia se presenta como una inmersión en ese universo oculto. El libro destapa los secretos de una multinacional farmacéutica española cuyas acciones ilegales desencadenan una red de crímenes que se extiende desde Barcelona hasta Estambul. La trama se teje alrededor de un dossier comprometedor y una serie de asesinatos sin explicación aparente, con personajes como una experta en farmacovigilancia y un periodista en busca de respuestas. Ramírez no se conforma con el suspense corporativo y ancla su ficción en la historia, entrelazando su relato con ecos de la Guerra Civil en Granada y la masacre de Srebrenica.
Sin embargo, el texto evita la caricatura del villano monolítico. Durante su charla, Ramírez planteó la dualidad inherente al sector. Ante la crítica de que las farmacéuticas «están negociando con la salud», él responde con un dato demoledor: el coste de desarrollar un nuevo medicamento, desde la investigación inicial hasta su lanzamiento, es de «una media de entre 1.500 y 2.000 millones de euros». Sin la inversión de la empresa privada, argumenta, no habría nuevos fármacos. Es en esta incómoda verdad donde la novela encuentra su pulso, explorando las fronteras entre el bien y el mal. Un ejemplo de la extraña cultura interna que expone es un experimento real llamado el «Síndrome del Lucio», una experiencia científica sobre el condicionamiento que, sorprendentemente, se utiliza para formar a los vendedores de la industria.
Pero es al final del proceso creativo donde la obra trasciende el papel. Mientras corregía el libro, y tras la DANA que asoló Valencia, Ramírez sintió la necesidad de convertir su ficción en un acto totalmente solidario. Inspirado por un poema de Antonio Machado que le resonó con urgencia —»Ahora es siempre todavía […] ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos»—, decidió que el libro debía ayudar a «esa gente que lo ha perdido todo y devolver la esperanza». Así, cada ejemplar lleva un grito en forma de etiqueta amarilla: «Todos con Valencia». El autor que usa su bisturí literario para diseccionar un sistema complejo demuestra que, a veces, la literatura no solo sirve para exponer la verdad, sino también para repararla.
El acto concluyó con la firma de ejemplares, un epílogo cercano en el que el autor pudo intercambiar impresiones directas con sus lectores.