Con casi 2.000 habitantes este municipio se encuentra en la Comarca del Guadalteba. Dice la leyenda que el pueblo recibe su nombre de un becerro de oro que encontraron en una de sus cuevas, que en la actualidad quedan ubicadas en la ladera Norte del pueblo, sobre el río de las cuevas. Posteriormente un investigador estima que esas cuevas eran utilizadas para dar cobijo a un becerro semental, donde los lugareños llevaban a sus vacas para que las cubriera; y de ahí podría venir el origen del nombre. Sea como fuere, de momento todo son meras especulaciones sobre el posible origen, sin que se sepa a ciencia cierta la verdad.

Del municipio se destaca la Iglesia de San Antonio Abad, la Cueva del Moro, los hornos romanos, el paseo del Río Carrizal o la Fuente del Nacimiento.

En su calendario hay que señalar las Fiestas Patronales el 17 de Enero, la Romería en honor a San Isidro, la Verbena del Verano en el mes de Julio y la Fiesta de Tostar las Castañas.

En la actualidad los principales cultivos que se asientan sobre las fértiles tierras de labor que rodean al pueblo son el olivo, los cereales y la matalauga. En menor grado se cultivan garbanzos, habas, girasol, almendro y frutales. El olivar va copando la mayoría de la superficie del término y se encuentra en un proceso de mecanización. En cuanto a ganadería las principales explotaciones se concentran en el apicultura, un desarrollo del sector caprino, ovino y bovino.

Imprescindible probar el lagarto ibérico, que en realidad es carne de cerdo. Este pueblo está asentado en la finca «El Mayorazgo» y construido en torno al camino real de Ronda a Cañete. Y es en el núcleo urbano donde encontramos la arquitectura tradicional. En cuanto a esa finca de «El Mayorazgo», su primera titular fue la marquesa de Benamejí, para pasar luego a mano de los colonos al estar consideradas como aptas para la producción agraria. Sin embargo, y según los expertos, este fue el origen de la decadencia de la «cultura rural» de los cueveños.

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