Sólo queda, en el Campo
de Cámara, como torre almenara visible, aunque en estado ruinoso, la llamada
torre del Cortijo Grande.

 Torre del Cortijo Grande.- Entre las muchas
atalayas, citadas por los mencionados libros de Repartimientos, existentes en las
tierras llanas del Campo de Cámara, solamente sobreviven, en mal estado de
conservación, restos materiales de una torre, en las proximidades del Cortijo
Grande, cerca de Villanueva de la Concepción. Por su situación geográfica  podría 
ser la llamada atalaya de Almeyde, citada en los Repartimientos, o
quedar próximo a ella, pero se carece de datos  
descriptivos para su identificación. Está situada en terreno
relativamente llano, sobre un montículo de escasa altura, en contacto visual
con la Sierra de Antequera, con la torre de Zambra y con otras atalayas del
entorno, ya desaparecidas. Tiene planta circular y su interior es hueco desde
la base. Sus muros son de mampostería y conservan varios metros de altura,
aunque con algunas brechas que llegan hasta el suelo, indicando su precaria
situación.
 Torre de Zambra.- Está situada fuera de la
llanura, a considerable altura, en término municipal de Casabermeja, divisándose
desde ella las zonas altas de la Axarquía, el Campo de Cámara, las sierras de
Antequera, parte del Bajo Guadalhorce y, a escasa distancia, la torre almenara
de los Verdiales. Su ubicación era un lugar estratégico para vigilar las vías
de comunicación que, a través de los valles de los ríos Campanillas y
Guadalmedina, penetraban hacia el interior de la cora. Guillén Robles desmiente
los datos que aporta Medina Conde, sobre la fecha de su fundación, que éste
fijaba en época de Boabdil, dándole un origen anterior al siglo XIII. Es
mencionada en los Libros de Repartimientos, en la Colección de Originales de
Málaga y en varias obras literarias. Su planta es circular, sus muros son de
mampostería y recientemente ha sido reconstruida, con piedras del lugar,
consiguiendo su supuesta altura primitiva, aunque con un ventanal ajeno a las
antiguas torres almenaras.
 Los castillos del Campo de Cámara.- Además de
las ya citadas fortalezas de Hisn Cámara y Xanti Pether, Santi Petri, que con
sus nombres mozárabes, existieron desde la ocupación musulmana, cuya
localización en el primer caso se desconoce y en el segundo sólo quedan escasas
ruinas, siguen existiendo en la actualidad las supervivencias de otras
fortalezas,  casi siempre pequeños
castillos o castillejos, donde se albergaban guarniciones militares, dispuestas
a defender la comarca, y que a la vez hacían de 
almenaras, vigilando y transmitiendo señales a otros lugares, razón por
lo que quedan incluidos en este artículo.
 Castillo de Aznalmara.- Fue conquistado, según
Pérez de Guzmán, en 1410 por D. Enrique, Conde de Niebla, y por Ruiz López
Dávalo, Condestable de Castilla, inmediatamente después de la toma de
Antequera, sin apenas resistencia por los musulmanes, siendo su primer alcaide
Albar Rodríguez de Abrego, al frente de 6 caballeros y 30 peones. Antequera
recibió la jurisdicción de esta fortaleza en 1410, siendo confirmada por Juan
II en 1440. Este castillo, hoy desaparecido, estaba situado en las proximidades
del actual pueblo de Abdalajís, cerca de la antigua ciudad romana de Nescania,
vigilando un importante camino que, desde el valle del Guadalhorce, llegaba
hasta Antequera.

Castillo de Xebar.- Tomado
en 1410 por los mismos conquistadores del castillo de Aznalmara, ayudados por
Lope de Mendoza, Arzobispo de Santiago, y por Lorenzo López de Figueroa,
Comendador Mayor, sí tuvieron una tenaz resistencia por parte de sus defensores
musulmanes, que lo recuperaron brevemente antes de su pérdida definitiva,
pasando su jurisdicción a la ciudad de Antequera en las mismas fechas y
condiciones que el anterior castillo y quedando como su primer alcaide Lorenzo
Hernández. En 1496 Lorenzo Hernández Padilla fue autorizado por los Reyes
Católicos para utilizar las piedras de la atalaya y construir con ellas una
ermita. Actualmente se llama castillo de Jévar y conserva los muros de
mampostería que componen la base del edificio.
AUTOR: Antonio
Mayorga González

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