Eliot escribió que abril era el mes más cruel, sin embargo la festividad laica del libro nos reconcilia anualmente. Con abril, se conmemora cada año el día del libro. Una excusa para fomentar la lectura y sacar los libros a la calle. Se eligió el día 23 de abril porque coincide con la muerte de Cervantes y Shakespeare. Se entrega en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, el máximo galardón de las letras españolas, el Premio Cervantes. El galardonador esta edición ha sido Juan Goytisolo.

Las ciudades y los pueblos del país se llenan con casetas donde se expone tan preciada mercancía. La feria del libro más popular es la de Madrid, en el parque del Retiro, inaugurada anualmente por los Reyes, donde se puede curiosear entre una cantidad ingente de volúmenes. Un placer sublime para cualquier bibliófilo poco exigente, que no busque ediciones únicas. 
En Antequera, desde hace unas primaveras, se instalan en la Plaza Castilla varias casetas para festejarlo a nivel local. Los libros suelen ser escasos, ediciones baratas de poca calidad que no invitan a la lectura. Comprados de saldo por el librero, entre las devoluciones editoriales que no han tenido éxito. Si una sola persona se aficiona a lectura con uno de esos ejemplares sería ya una iniciativa plausible. En este páramo cultural que es nuestra ciudad. Donde no hay un solo establecimiento que se dedique únicamente a la venta de libros. 
Cuando la mayoría de actos culturales tiene una presencia de público vergonzosa. Conferencias de Premios Loewe, cuyos asistentes se pueden contar con los dedos de las manos. Conciertos de música clásica de intérpretes brillantes sin oyentes. Con la curiosa coincidencia que los componentes del auditorio siempre son los mismos. Cuesta creer que en Antequera, una ciudad de las más pobladas de la provincia, haya tan pocos habitantes con inquietudes culturales. Es desolador asistir a un acto y encontrar una vez más el aforo casi vacío, impotentes ante el desinterés generalizado.

ALFONSO PÉREZ

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