El Boletín Oficial del Estado (BOE) es algo así como la Biblia del aburrimiento soporífero. La obligación de leérselo, en todo o en parte, alcanza a no pocas personas, por aquello de que lo que publica afecta de lleno a la actividad cotidiana de personas, empresas, entidades privadas de todo tipo y Administración Pública. Pero mucho me temo que alguien se ha confundido con lo de «Biblia».

Las redes sociales están que arden, como si fueran el mismo infierno. Ha publicado el BOE los contenidos de la asignatura de Religión, y la redacción es realmente extraña para la publicación administrativa por excelencia. «Si la persona no se queda en el primer impacto o simple constatación de su existencia, tiene que reconocer que las cosas, los animales y el ser humano no se dan el ser a sí mismos. Luego Otro los hace ser, los llama a la vida y se la mantiene. Por ello, la realidad en cuanto tal es signo de Dios, habla de Su existencia». Pues sí, se me quedan las patas colgando, como decía mi abuela. Esto es catequesis, tal vez una homilía, pero no un contenido educativo.

No soy dado a escandalizarme con la presencia de la religión en nuestra sociedad del siglo XXI. Como a casi todo el mundo, me educaron en ella y la respeto, aunque pienso que la religión debe circunscribirse al ámbito privado y social, quedando al margen del Estado. Leer en el BOE que «el ser humano pretende apropiarse del don de Dios prescindiendo de Él. En esto consiste el pecado. Este rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz» es, cuanto menos, chocante. Además de arrojar una sombra de preocupación sobre lo que será la asignatura de Religión en los cursos venideros.

Porque vamos a ver: ¿van a enseñar a nuestros hijos que los creyentes son felices y los no creyentes son desgraciados? No hace falta realizar un estudio científico para comprobar que no es así. La vida es muy complicada, no le añadamos dosis de simplismo para acabar de embrollarla.

1 Comentario