…Han pasado
cuatro años desde que España, en tierras africanas, se proclamará campeona del
mundo del deporte rey por excelencia. Cuatro años donde hemos estado mirando de
soslayo o desde arriba, a todas las demás selecciones del mundo. Eran tiempos
difíciles, casi igual que estos, y al igual que aquellos algunos se han pasado
la vida recordándonos lo mal que estamos, quizá fueron los mismos que negaban
la mayor ante esto de la crisis. Iker Casillas, el eterno capitán de la Roja, levantaba la copa del
mundo en el Soccer City Studium de Johannesburgo y a media España se le
saltaban las lágrimas por la emoción. Una emoción que muchos, como yo, exhibimos
con exaltada alegría por todos los rincones de nuestras respectivas ciudades.
Un grupo sin igual que nos llevó a lo más alto, al techo del mundo futbolero, a
gritar España por todas las esquinas, a hondear nuestra bandera por todas las
calles porque, pocas cosas unen a una nación tanto como las victorias de nuestra
querida selección nacional. Y es que aquella copa la levantó toda España.
Vendrán nuevas golondrinas por primavera y seguirá rodando aquel balón que
perforó la meta de Stekelemburg. Vendrán nuevos veranos marcados de calor y el
remate de Andrés Iniesta seguirá llevando su sello por la memoria de los
tiempos. Volverá el otoño al campo, a vestir de ocres el monte y el canto de la
perdiz hacerse dueña de vegas y olivares y aquella bandera roja y gualda
volverá a dibujar una sonrisa en nuestra cara. Helará el invierno con sus frías
noches y luces de pronta anochecida y al grito de España, aquel gol, aquel
recuerdo, elevará un nombre por encima del resto de los mortales. Nos volverá a
recordar el futbol que son muchas cosas las que nos unen, a pesar de que muchos
se empeñen en lo contrario, en crear división, enarbolando la bandera de no se
que indecencia. Otros por desgracia nos volverán a recordar de forma compulsiva
que sólo somos un número más que presenta su declaración de la renta cada año
cuando Abril cierra sus aguas y Mayo saca la cabeza en el mes de las flores.
Vendrán trileros a vender sus propuestas desde altos escenarios intentando
comprar nuestro voto como el que compra y vende sandias en un puesto del
mercado central, a cual negocio más falso, a cual mentira más gorda, embuste
tras embuste, dejando tras de si los corazones de los ciudadanos divididos en
pos de las palabras terciadas buscando un fin europeo. ¡Qué somos España, que a
nadie se le olvide, coño! Podrán cortarnos la vega por los brazos y quebrar
montes y olivares para que un tren sirva de angosta puntada que cose el roto de
las distancias tirando el dinero a mansalva, mientras mucha gente se muere de hambre y no tiene ni
para poder tapar con la vergüenza la desnudez de su pobreza. Y muchas otras
cosas más que me guardo. Todo ello pasará seguramente, pero cuando eche a rodar
el balón, cuando la pelota defina una línea que se vuelve curva en el espacio,
recordaremos aquel 11 de Julio de 2010 y como quien recuerda el final de una
guerra, nos hará olvidar una vez más que el hombre sigue siendo un lobo para el
hombre.¡Viva el Futbol! ¡Viva España!…
cuatro años desde que España, en tierras africanas, se proclamará campeona del
mundo del deporte rey por excelencia. Cuatro años donde hemos estado mirando de
soslayo o desde arriba, a todas las demás selecciones del mundo. Eran tiempos
difíciles, casi igual que estos, y al igual que aquellos algunos se han pasado
la vida recordándonos lo mal que estamos, quizá fueron los mismos que negaban
la mayor ante esto de la crisis. Iker Casillas, el eterno capitán de la Roja, levantaba la copa del
mundo en el Soccer City Studium de Johannesburgo y a media España se le
saltaban las lágrimas por la emoción. Una emoción que muchos, como yo, exhibimos
con exaltada alegría por todos los rincones de nuestras respectivas ciudades.
Un grupo sin igual que nos llevó a lo más alto, al techo del mundo futbolero, a
gritar España por todas las esquinas, a hondear nuestra bandera por todas las
calles porque, pocas cosas unen a una nación tanto como las victorias de nuestra
querida selección nacional. Y es que aquella copa la levantó toda España.
Vendrán nuevas golondrinas por primavera y seguirá rodando aquel balón que
perforó la meta de Stekelemburg. Vendrán nuevos veranos marcados de calor y el
remate de Andrés Iniesta seguirá llevando su sello por la memoria de los
tiempos. Volverá el otoño al campo, a vestir de ocres el monte y el canto de la
perdiz hacerse dueña de vegas y olivares y aquella bandera roja y gualda
volverá a dibujar una sonrisa en nuestra cara. Helará el invierno con sus frías
noches y luces de pronta anochecida y al grito de España, aquel gol, aquel
recuerdo, elevará un nombre por encima del resto de los mortales. Nos volverá a
recordar el futbol que son muchas cosas las que nos unen, a pesar de que muchos
se empeñen en lo contrario, en crear división, enarbolando la bandera de no se
que indecencia. Otros por desgracia nos volverán a recordar de forma compulsiva
que sólo somos un número más que presenta su declaración de la renta cada año
cuando Abril cierra sus aguas y Mayo saca la cabeza en el mes de las flores.
Vendrán trileros a vender sus propuestas desde altos escenarios intentando
comprar nuestro voto como el que compra y vende sandias en un puesto del
mercado central, a cual negocio más falso, a cual mentira más gorda, embuste
tras embuste, dejando tras de si los corazones de los ciudadanos divididos en
pos de las palabras terciadas buscando un fin europeo. ¡Qué somos España, que a
nadie se le olvide, coño! Podrán cortarnos la vega por los brazos y quebrar
montes y olivares para que un tren sirva de angosta puntada que cose el roto de
las distancias tirando el dinero a mansalva, mientras mucha gente se muere de hambre y no tiene ni
para poder tapar con la vergüenza la desnudez de su pobreza. Y muchas otras
cosas más que me guardo. Todo ello pasará seguramente, pero cuando eche a rodar
el balón, cuando la pelota defina una línea que se vuelve curva en el espacio,
recordaremos aquel 11 de Julio de 2010 y como quien recuerda el final de una
guerra, nos hará olvidar una vez más que el hombre sigue siendo un lobo para el
hombre.¡Viva el Futbol! ¡Viva España!…
Por José Pedro
Alarcón González.
Alarcón González.