[OPINIÓN] ¿Qué culpa tienen las vacas del cambio climático?, por Ana Sáez

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En la actualidad, diversos estamentos medioambientales estudian los efectos que la producción ganadera global tiene sobre el medio ambiente, especialmente las emisiones que afectan al clima, el consumo de agua y la biodiversidad. Con resultados que confirman que la responsabilidad de la ganadería intensiva equivale a la emisión de 7,1 trigatoneladas de dióxido de carbono, lo que corresponde al 18 % de las emisiones totales que han contribuido al efecto invernadero causado por el hombre.

Ese total habría que desglosarlo en tres partes importantes. En primer lugar el dióxido de carbono, puesto que la ganadería intensiva contribuye en gran medida a la deforestación de las zonas verdes del planeta, ya que el 70 % de las superficies afectadas por la deforestación en América latina han sido transformadas en pastos. En segundo lugar está el gas metano, cuyas emisiones provienen directamente del animal, es decir, de los estómagos de los rumiantes. Y en tercer lugar están los ácidos nítricos, que son productos químicos cuya principal aplicación es la fabricación de fertilizantes a base de nitrógeno y con un potencial de efecto invernadero 300 veces más grande que el dióxido de carbono, y que también se genera por los residuos fecales y por el intenso uso en los cultivos de forraje.

En 2006 Steinfeld publicó el informe de las Naciones Unidas titulado «Lifes dogs long shadow» o «La larga sombra de la ganadería». A través del cual se supo por primera vez a nivel mundial, qué parte de culpa tenía la ganadería con respecto a la emisión de gases perjudiciales para el clima. Hoy se sabe que las emisiones anuales de gas que una vaca europea emite tiene un promedio equivalente al de un automóvil de clase media.

Yendo más lejos en los cálculos relacionados con la ganadería intensiva en relación al futuro del planeta, habría que decir que para producir 1 solo kilo de carne se emplean 20.000 litros de agua, se destruyen irreversiblemente 50 metros cuadrados de selva, y se contamina el aire como lo haría un coche que ha recorrido una distancia de 250 kilómetros. Frente a estos datos muchos grupos ecologistas exigen que se suspendan las subvenciones estatales a la producción cárnica. Edmund Haferbeck, asesor científico de la Asociación PETA, que es la Organización por los derechos de los animales más grande del mundo, viene criticando desde hace años que con la reducción del IVA con respecto a la carne, el estado fomenta el consumo de carne.

Por otra parte la producción de carne recibe un buen número de subvenciones adicionales e indirectas. Tan sólo en la Unión Europea, más de la mitad de su presupuesto está destinado a la agricultura, y la mayor parte de la misma es destinada a la ganadería, es decir a la cría de animales como alimento.

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