Me permito
construir un dialogo posible entre ficción y realidad:
-¿Qué le dijo la
mitra al microscopio?
-No investigues con
preembriones, que te condeno.
-¿Qué le dijo  el microscopio científico a la mitra
inquisitorial?
-No condenes y deja
avanzar a la medicina.
-¿Y qué dijeron los
teólogos y teólogas pro ciencia?
Se comunicaron
enseguida por el móvil la noticia cuando el Congreso español aprobó, en julio
del 2007, la Ley de Investigación Biomédica.
Hubo un grupo que
votó en contra de esa Ley, obsesionados por el estatuto moral del blastocito.
No les había preocupado las miles de muertes inocentes en Iraq, pero llevaban
estandartes pro vida para frenar la investigación con células carentes de
individualidad personal.
Ciencia y ética
celebraron la Ley de Investigación Biomédica. Quien no pegunta, no investiga.
Quien no duda, no cree. También ciencia y fe se hallan emparentadas. La ciencia
es hija de doña Interrogación. La fe es hija de doña Escucha. La interrogación
científica crea hipótesis, confiando en los descubrimientos. La escucha del creyente
se atreve a esperar que Alguien le hable al corazón. Ambas son capaces de
buscar, cuestionar, cambiar de parecer ante la presencia de nuevos datos. El
papa Francisco, sin ir más lejos, está cuestionando las creencias apagadas de
algunos.
Pero las
ideologías, ya sea con máscaras de ciencia o de fe, ni dudan ni buscan. Se
aferran a certezas engañosas, anhelando seguridades. La falsa ciencia y la falsa
religión son el uniforme  del fanatismo
dogmático. En países con tradición inquisitorial necesitamos que las dos primas
hermanas, ciencia y teología, aúnen sus esfuerzos para que aprendamos a dudar,
peguntar, explorar y mantenernos en actitud de búsqueda. Alguien lo ha dicho: La
persona es  un ser que busca.  Jesús de Nazaret nos lo asegura: Quien busca,
encuentra.
La  ciencia nos dice que, sin cambiar el criterio
de proteger la vida desde su comienzo, los nuevos datos sobre sus  inicios nos llevan a matizar más el modo de
hablar sobre el cuándo de ese comienzo.

Otras mitras, los
obispos japoneses, manifestaron algo distinto: Que ciencia y ética, de la mano,
sigan estudiando y avanzando; con prudencia, pero avanzando.

José Sánchez Luque

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