A la justicia se la representa con una venda en los ojos, dando a entender que es ciega. En una mano lleva una balanza donde se supone se depositan los argumentos de acusación y defensa para justificar una sentencia equilibrada. Una espada en la otra quiere darnos a entender que sus sentencias han de ser inflexibles.
Pues a nuestra justicia se le ha debido mover la venda dejándole un ojo al descubierto. Ahora imputo a una infanta, ahora la desimputo, ahora la vuelvo a imputar. Una mano negra, no sé si del Gobierno o de la Casa Real, ha debido, siguiendo el consejo de alguno de los numerosísimos asesores lumbreras, presionar a Hacienda para que reconsidere unas facturas falsas y que ahora no lo sean y al fiscal para que se comporte como abogado defensor. No quisiera pensar que nuestro Rey sea como Belén Esteban, que por su hija mata (cosa que podría hacer porque es impune ante la ley). Por cierto, ¿esta columna podría ser considerada injurias a la Corona? ¿Podrían multarme con 600.000 euros? Lo único que sé es que estaría indefenso ante este supuesto ya que el Gobierno se ha preocupado muy mucho de imposibilitar que esto acabe en manos de la justicia tuerta convirtiéndolo en una infracción administrativa. Ya ha habido demasiadas sentencias a favor de anteriores implicados en casos similares.
En una entrevista al juez Bermúdez, en un conocido programa de televisión, le preguntaron cómo hubiera actuado ante el caso del borrado de los discos duros de los ordenadores del PP con supuesta información comprometedora. Su respuesta fue contundente: yo no hubiera solicitado los discos duros posibilitando el borrado, hubiera enviado a la policía a por ellos. Ahora son los otros, los de un sindicato, los que argumentan el borrado de 1.756 archivos de sus ordenadores ante una supuesta irregularidad de presuntas facturas falsas. Resulta paradójico que acusen de ello a sus propios trabajadores. ¿Los sindicatos no están para defender a la clase obrera? Además, ¿cómo saben que son 1.756 archivos si se han borrado? Como diría el personaje de Forges: ¡País…!
Juan Luis Reina