Antequera se convierte estos días en tradición viva de la Pasión

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Antequera regresa a su época de mayor esplendor cultural cada Semana Santa. Sus nueve cofradías son fieles testaferros del patrimonio de toda una ciudad, imágenes de un incalculable valor que han sobrevivido a desamortizaciones y guerras. El casco antiguo de la ciudad se llenará en esos días de estampas de gran similitud con las vividas durante la celebración de los primeros recorridos procesionales del siglo de Las Luces. Diego de Vega, del siglo XVI y Andrés de Carvajal, del XVIII, son algunos de los más destacados tallistas que en un mano a mano se han afanado durante siglos en diseñar el gran museo al aire libre en que se tornarán las calles, en una celebración de Interés Turístico Nacional y que los cofrades esperan ilusionados mirando las previsiones del tiempo a la espera de que la fiesta cristiana no se vea deslucida por la lluvia. De este modo, la Semana Santa se convierte en un baile de elementos diferenciadores que hacen de ella un bello y armonioso conjunto donde se entremezclan arte, historia, tradición y fe, con un particular modo de procesionar que muchos expertos denominan estilo antequerano. 

 

Quizá está ahí el gran mérito de la ciudad haya sido el haber conservado mucho de lo antiguo sin caer en el mimetismo de lo sevillano renovado. El hermanaco, el campanillero de lujo o correr la vega son elementos arraigados en la Semana de Pasión de Antequera que la dotan de un estilo propio y diferenciado al de cualquier otro lugar. Cabe destacar uno de los momentos inolvidables de la Semana Santa antequerana, tal es el caso de lo que se conoce como ‘Correr la Vega’, que consiste en subir corriendo los tronos de algunas cofradías por las empinadas cuestas que, al final del recorrido procesional, llevan a los templos-sede.

Al parecer, el sentido tradicional de esta costumbre era el de bendecir, desde los cerros de la ciudad, las fértiles vegas que en su día fueron la primera fuente de riqueza de la población. Esta tradición tan arraigada en la ciudad se mantiene el Jueves y Viernes Santo. Los hermanacos suben las cuestas empinadas que conducen a sus templos corriendo sin parar.

Todo un esfuerzo que no puede describirse con palabras, tras el largo recorrido, que encierra todo el misterio y la fe de la Semana de Pasión antequerana. Otro momento especial que se puede contemplar en las procesiones de la ciudad es el encuentro, cuando los tronos de la misma o de distinta cofradía se encaran como símbolo de unión y de felicitación por el recorrido procesional.

Más peculiaridades

Del mismo modo, podemos seguir enumerando las peculiaridades que hacen de la Semana Santa un evento único. Hermanacos, horquillas, hermano mayor de insignia, campanillero de lujo, correr la vega… serán algunos de los términos que desfilen por la Semana Santa antequerana y que la hacen única hasta en la jerga que la identifica. Las horquillas se convierten en un elemento inseparable para el portador de trono que en este caso se reconoce por el término hermanaco.

La horquilla es un elemento que llevan los hermanacos y que les permite descansar el trono en la parada. Descriptivamente, es un palo de madera encabezado en uno de sus extremos por dos puntas de hierro en forma de U. Se trata de un elemento único ya que en otras Semanas de Pasión los tronos descansan en las patas que llevan incorporados.

Otro de los momentos que pasa de generación a generación es el atar la almohadilla, una especie de cojín que es amarrado con presillas o cuerdas a las andas del trono para proteger un poco el hombro del hermanaco. La manera de amarrarla se convierte en un ritual que pasa de padres a hijos.

Este año además hay algunas novedades como el caso del Viernes Santo, único día en el que procesionan tres cofradías que saldrán por primera vez a la misma hora, compartiendo el itinerario oficial. Así, este año han dedicado una céntrica plaza a la Semana Santa de Antequera con la colocación de una estatua en bronce que homenajea a los personajes protagonistas de la misma, el campanillero y hermanaco.

La singularidad de la Semana de Pasión la escriben sus tradiciones, momentos dentro de esta celebración que sólo pueden vivirse una vez al año y exclusivamente si te encuentras o visitas la Ciudad del Torcal.