El aprendizaje de un segundo idioma modifica positivamente la estructura del cerebro, en concreto la zona que procesa la información, potenciando la capacidad de aprendizaje y aumentando la memoria.Cuanto mayor esfuerzo hagamos y más empeño pongamos en aprender otra lengua, mayor destreza y resistencia ganará nuestro cerebro, desarrollando ciertas regiones cerebrales y esto contribuirá a mantenerlo sano y prevenir su deterioro.
Aprender un segundo idioma para los niños con edades tempranas resulta muy beneficioso, cuanto más pequeños sean, más fácil será su aprendizaje y les ayudará a un mayor desarrollo de su cerebro, ayudándoles a mantener mayor atención, mayor capacidad de concentración y mejorarán su habilidad para la solución de problemas y su creatividad.
Además estudios realizados por científicos del University College de Londres nos dicen que aprender idiomas a partir de los 50 años puede retrasar la aparición de la enfermedad del Alzheimer, ya que al mantener el cerebro más activo retrasará la atrofia causada por esta enfermedad en caso de padecerla.