La respuesta es sabida por el ser humano desde siempre. Básicamente es haciéndonos conscientes de qué estamos pensando en cada momento. La duda está conectada con la emoción del miedo, la falta de claridad, la inacción, inseguridad, parálisis por análisis, etc. Afortunadamente, dentro de nosotros hay otra fuerza creadora que es la fuerza del amor, que inspira, fortalece, entusiasma, impulsa, da claridad, foco, objetivos, propósito, etc.
Cuando no somos conscientes, observamos el mundo desde nuestras circunstancias, sin embargo, hay otra posibilidad y es observar al observador. Es, observarnos a nosotros mismos desde fuera, en tercera persona. Al ser más consciente de qué pensamos y qué sentimos, podemos seguir experimentando la misma emoción o situarnos en el lugar en el que observamos al que siente la emoción. Esta sencilla forma de tomar consciencia de lo que pensamos y sentimos, nos llevará a otro paradigma, a otra realidad desde la podremos acercarnos a la certeza, a la verdad.
Escrito por: Mari Carmen Doblado Algar.