De Ardales a Jaisalmer: el nuevo recorrido del viajero que ya acumula miles de kilómetros por el mundo

0
123

Si hay algo que hace que el mundo se siga moviendo es la ilusión. Ese afán por experimentar y vivir es lo que nos lleva, en muchas ocasiones, a embarcarnos en nuevas realidades que cambian para siempre la visión que teníamos de las cosas.

Para llegar a ello, hay muchas formas, la más común: viajar. Se estima que en el mundo hay cerca de 200 países, 195 para ser más exactos. Aproximadamente, para poder descubrir cada uno de ellos se necesitarían entre 15 y 26 años, A un ritmo constante de una semana por país, se tardaría unos 26 años en visitar todos ellos. 

Para Roberto Merchán, un aventurero vecino de Ardales, los números son solo eso, números. A él no le interesan los propósitos a largo plazo, ni las marcas, ni cuántos lugares puede señalar en su mapa. Lo que verdaderamente le mueve es el amor por la libertad. 

Roberto cuenta que su pasión por el deporte lo ha acompañado toda la vida, recordando con anhelo las tardes de juventud en las que las horas parecían no tener fin cuando jugaba con sus amigos al baloncesto, fútbol, correteando por las calles y descubriendo los alrededores en bicicleta. Por eso, decidió estudiar la Licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en Granada, aunque nunca se dedicaría a ello como tal.

Él no era persona de un solo lugar, y eso lo tuvo claro desde el principio, por lo que, sin mirar atrás, decidió dar un nuevo rumbo a su vida embarcándose en una gran aventura que, junto a su bicicleta, continúa a día de hoy en la India. 

“Ahora mismo me encuentro inmerso en una nueva aventura que acaba de comenzar hace una semana escasa, en la que recorreré con mi pareja varios países asiáticos, entre ellos India, Hong Kong, China, Laos y algún otro del Sudeste Asiatico”, comenta con ilusión.

La idea de adentrarse en esta nueva ruta comenzó hace apenas unos meses, con un billete de ida y sin demasiados planes sobre qué visitar, tan solo con una vaga idea, dejando lugar a la improvisación y las ganas de poder volver a lugares cargados de recuerdos. 

“Ahora mismo me encuentro en Jaisalmer, ciudad desértica del oeste de India, en el estado de Rajastán y próximo a la frontera de Pakistán, inmerso en esta nueva aventura mochilera”. Con respecto a la tónica que sigue a la hora de planificar sus viajes, Roberto es claro. “Es cierto que siempre tengo una idea abstracta de dónde me gustaría ir, ya que si no podría estar dando vueltas en círculo en una misma zona, cosa que me ha ocurrido en algunos momentos de mi anterior viaje”.

Aunque la bici fue el medio de transporte elegido en una de sus últimas hazañas, cuando se embarcó en una travesía desde Tailandia hasta su pueblo natal, no siempre fue así. En sus primeras aventuras como mochilero, allá por 2016, el joven empezaba sus travesías en  transportes locales, haciendo autoestop, hasta que finalmente eligió a su bici  ‘Carmela’ como su fiel compañera, quién tras más de 35000 km disfruta de un “merecido descanso” expuesta en una de las paredes del salón de su casa.

“No me gustaría que las redes se apoderen de mi forma de viajar”

Esta vuelta al mundo ardaleña rápidamente se hizo eco entre los usuarios de redes sociales, que a día de hoy siguen las aventuras del joven aventurero a través de sus perfiles de Facebook e Instagram (@tras_mis_pasos_). Sin embargo, el deportista nunca ha sido amante de compartir todo lo que hace a través de este canal. “Me gusta más escribir en mis diarios lo que me va pasando y así poder volver a revivir todo eso en el futuro a través de mis propias palabras”. 

No obstante, es consciente de que hoy en día es difícil llegar al público y mantener el contacto con aquellos que conoce por el camino si no es a través de la tecnología. “ Lo que no me gustaría es que las redes se apoderen de mi forma de viajar, quiero mantenerme al mando de estas y centrarme en vivir antes de compartirlo públicamente”.

Pese a que la libertad es lo que mueve a este joven aventurero, no siempre es oro todo lo que reluce. “Cuando uno se encuentra fuera tanto tiempo no es fácil mantener todos esos vínculos familiares, con mis amistades y con el pueblo”, sin embargo, gracias al apoyo de su familia y amigos, el camino de vuelta siempre es mucho más fácil. 

“Estar fuera tanto tiempo me ha hecho valorar aún más el lugar de dónde vengo y del cual no he parado de hablar a toda persona que encontraba en mi camino. Así, está experiencia también me ha servido para estrechar lazos con mi pueblo, con mis raíces”.

Para Roberto, en la vida tiene que haber un punto de inflexión. Un tiempo para parar y replantearnos si lo que hacemos es lo que verdaderamente nos llena. “No siempre vale el «si quieres, puedes» que nos intentan vender ahora mismo por todos lados. No existe una forma de comprar la felicidad, al igual que viajar no es la solución perfecta para llegar a ella. Quizás lo es para mí, porque encontré la fórmula que se adapta a mi forma de entender la vida, pero cada uno debe encontrar/reformular la suya”, explica.

Esa forma de entender la vida ha cambiado, de manera positiva, la relación que el deportista tenía con el mundo, conociendo la cara más humana y real de aquello que a veces cuesta valorar. Como anécdota, siempre le gusta recordar cuando, en el año 2018, una pareja nómada le mostró su hospitalidad en plena meseta tibetana, cuando al caer la noche buscaba un sitio para acampar y le invitaron a cenar en su “casa temporal” junto a ellos.

“Nunca olvidaré su hospitalidad. Fue un auténtico banquete de bodas a pesar de la escasez de los alimentos. Una auténtica lección de humildad que perdurará en mi recuerdo”.

El deporte como acto reivindicativo

Viajar por el mundo y conocer diferentes culturas y realidades ayuda a comprender que hay mucho más de lo que nos rodea. Esta conciencia y percepción de las cosas es lo que ha ayudado a Roberto a ser más empático y sensible frente a las injusticias del mundo, apoyando diferentes causas sociales.

Sin ir más lejos, este verano participó en una ruta ciclista entre el País Vasco y Navarra con un grupo de 100 palestinas y palestinos que viven en el exilio, entre los que se encontraban dos paralímpicos que perdieron sus piernas a causa de las explosiones. “Le dimos voz al genocidio que se está llevando a cabo en Gaza y fueron  muchas las personas que se unieron con sus bicicletas, la lucha y el apoyo al pueblo palestino”, comparte el deportista, que defiende que el deporte también puede servir como acto reivindicativo ante las injusticias que nos rodean. 

PUBLICIDAD