Dentro de la libertad expansiva del jazz se localizan numerosas islas en las que la voz se postula como esa tierra en la que siempre querríamos desembarcar. En pleno siglo XXI podemos contar con numerosos ejemplos en los que el jazz vocal se postula en extraordinaria visión de un estilo siempre en movimiento. Repasamos, desde esta perspectiva, algunos de esos ejemplos en un programa cargado de sensualidad y calidez por partes iguales. Nuestro itinerario comienza con Cécile Mclorin Salvant y su actuación en el Dizzy’s Club de Manhatan, cuya majestuosidad vocal fue ensalzada por el mismísimo Ted Gioia.
Por su parte la californiana Gretchen Parlato, colaboradora en trabajos de Esperanza Spalding o Lionel Loueke, nos llega como susurro escondido que se proyecta con brillantez ya sea desde el estándar o incluso en sus propias composiciones. Tiempo nos queda para el exotismo oriental arraigado en el norte de Europa de Youn Sun Nah o para la Estadounidense de Massachusetts Kate Mcgarry cantando en portugués. Igualmente, y en un intento de no cejar en el propósito que nos convoca, quedará tiempo para acercarnos hasta la cuadratura familiar jazzística que supone De De Bridgewater y su hija China Moses.