Leve es el sendero sobre el que la memoria va componiendo su geografía de imprecisos recuerdos. En ese transcurrir de sueños y melancolías, se alza la remembranza rodeada de ritmos que van creando un nuevo y rico universo de experiencias. En este territorio afín, el jazz se consolida lentamente, con sigilo pero con la seguridad de su permanencia. Es aquí donde toman cuerpo las canciones, la melodías y las caricias de los ritmos. En este lugar emergen los tigres brillantes de la mano del proclive Ambroise Akinmusire, apuesta segura de Blue Note, o las eternas flores de piedra que Jobim nos relatara y que ahora vuelven sobre sus paso de la mano de Lee Retenour, Herbie Hancock, Paulhino Da Costa y Steve Tavaglione. A lo lejos las montañas personales, los cobijos secretos de Keith Jarret que junto a Jan Garbarek alzadas para gozo del tiempo. Todo el jazz y algunas de sus líneas discursivas, nos sirven de perfecta excusa para inclinar nuestras apreciaciones en nuestra propuesta de esta semana.

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