El dolmen de Menga se convirtió anoche en un espacio para la música, acogiendo un concierto casi privado de Jorge Pardo y de Txalaparta, instrumento de percusión de origen vasco.
Sólo unas 80 personas pudieron disfrutar de tal espectáculo, pues el aforo era muy limitado y sólo los que previamente se habían inscrito a través del área de cultura del ayuntamiento pudieron pasar.
Este concierto entra dentro de las actividades organizadas dentro de la semana de evaluación de la UNESCO. Pues esta semana estuvo aquí su evaluadora para analizar si el sitio de los Dólmenes merece ser reconocido como patrimonio mundial.
Con este concierto se rindió homenaje a la Sierra del Torcal, y a sus habitantes pasados y presentes. Una actividad que, como recordó Manolo Barón, alcalde de Antequera, es «única«.
Los primeros en actuar fueron Jesús Mari Domínguez y Mikel Elgarresta, ambos encargados de hacer sonar la Txalaparta. Los dos provienen de Guipúzcoa y quedaron enamorados de la ciudad. Domínguez aseguró que «he alucinado», lo de hoy se lo «contaré a mi hija y ella a los suyos».
Después del toque vasco, donde los sonidos de madera y piedra homenajearon al sitio que los acogió, fue el turno de Jorge Pardo. El flautista tocó piezas de Manuel de Falla, Camarón de la Isla y Paco de Lucía. No pudo haber mejor cierre para la noche que ver a los guipuzcuanos y a Pardo improvisar juntos.