Los investigadores consideran que podría tratarse de un delito de aporofobia (odio hacia las personas pobres)
Los resultados de la autopsia han revelado que el indigente hallado muerto el pasado lunes en Antequera falleció a causa de múltiples golpes propinados en la cabeza y en distintas partes del cuerpo, como el tórax y la espalda.
Tal y como han revelado distintas fuentes policiales a EFE, los presuntos autores del crimen pudieron agredir a la víctima con un martillo, incautado en el domicilio de uno de los dos jóvenes de 19 años arrestados como presuntos autores de su muerte.
La Policía Nacional detuvo el mismo día que apareció el cuerpo de la víctima a los dos jóvenes por su presunta implicación en la muerte del indigente, natural de Granada, y que fue encontrado rodeado de sangre en uno de los soportales de la biblioteca San Zoilo de la ciudad, en la Plaza Fernández Viagas, donde la víctima frecuentaba dormir al aire libre.
Está previsto que los presuntos autores del crimen pasen a disposición judicial en las próximas horas y según se desprende de la autopsia, adelantada este jueves por el Diario Málaga Hoy, la víctima pudo morir a golpes en la cabeza y en distintas partes del cuerpo, tórax y espalda con un martillo, además de patadas.
Otra de las hipótesis que los investigadores barajan es que el presunto crimen podría estar vinculado a un delito de aporofobia, es decir, el odio hacia las personas pobres.
Sobre la víctima
Miguel, alias ‘Pinocho’, así era como se le conocía al hombre de 51 años de edad que en la mañana de este pasado lunes fue hallado muerto en Antequera y que ha causado una gran conmoción en la ciudad. Aunque era natural de Granada, hacía ya al menos 10 años que vivía en la ciudad, pues mucha gente lo conocía «de vista». Era una persona sin techo y solía dormir entre cartones, últimamente en la zona donde apareció su cuerpo sin vida, en la Plaza Fernández Viagas.
Según afirman los vecinos, era «muy buen hombre», de hecho, las redes sociales se han inundado de mensajes de cariño y condolencias y hasta le han dedicado un altar con velas en su memoria.
La antequerana Vanesa Trillo solo lo conocía «de pasada», ya que cada mañana se lo encontraba de camino al trabajo por la plaza de San Francisco, sentado en las escaleras del Mercado de Abastos. «A mi suegra solo le pedía de comer y no molestaba a nadie. Yo lo veía mucho durmiendo por allí», explica.
Tal y como comentan aquellos que lo conocían, siempre estaba pidiendo para comer, aunque también acudía a colectivos de la ciudad que le ayudaban a sobrevivir y a conseguir la reinserción laboral, ya que en el pasado tuvo problemas con la justicia.
Ahora, los vecinos de la localidad recuerdan con cariño y añoro a Miguel a través de un altar en el lugar donde fue ubicado el cuerpo ya sin vida del vecino, y piden justicia para que no se vuelven a repetir hechos de este tipo.