AL NORTE DEL TORCAL.- La Comarca de Antequera, parte de la Depresión Intrabética, es una extensa llanura que ocupa el Norte de la provincia de Málaga. Aunque numerosos restos arqueológicos dan testimonio de la ocupación humana de estas fértiles tierras, tanto en la Prehistoria como en épocas romana y musulmana, la mayoría de sus actuales pueblos son consecuencia de la repoblación cristiana. Las fortalezas de Antequera, Archidona, Teba y Cañete formaron, durante el dominio musulmán, el eje defensivo de la zona, constituyendo el Castillo de Antequera el núcleo principal de esa defensa. Este castillo vigilaba las tierras de su entorno, mediante las torres almenaras de Hacho, Bobadilla, Cuchillo y Molina, se comunicaba, a través de las desaparecidas atalayas de las sierras del Torcal y Chimenea, con el Campo de Cámara y, mediante las torres de Peñarrubia, Torrecilla, Ortegícar y Priego, avistaba los caminos del Oeste, donde se encontraban los castillos de Teba y Cañete, ya en el límite de la Comarca de Ronda. Actualmente, aunque sobreviven las fortalezas o castillos mencionadas, han desaparecido las numerosas atalayas de la comarca, quedando solamente en buen estado de conservación la torre de Hacho, en las proximidades de la ciudad de Antequera.

Torre de Hacho.- Está situada entre pinares en las cercanías de Antequera, visualizando esta ciudad, su castillo, su vega y todo el amplio espacio geográfico que se extiende hacia el Norte, ocupado hoy por varios pueblos y en época musulmana por alquerías, explotaciones rurales y torres almenaras, siendo la más mencionada, entre éstas, la llamada torre Molina, en el cerro de la Fuente, muy próximo a la actual Mollina. La torre de Hacho es de planta circular, mantiene su altura primitiva y sus muros están en buen estado de conservación, a excepción de algunos pequeños desmoronamientos de materiales, principalmente en la zona alta, y en el arco de entrada a su interior, situado en la parte baja. Esta torre sirvió de enlace a otras torres similares, emplazadas en el Torcal y sierra de Chimenea, vigilando los caminos que utilizaban los pasos de Boca del Asno, Escaleruela y valle de Abdalajís, circulando por este valle el único camino carretero que procedente del río Guadalhorce unía a Málaga con Antequera, pasando por las proximidades del Peñón de Vallejo, conocido éste también por Orejas de la Mula.

CAMPO DE CÁMARA.- Históricamente relacionado con Antequera, pero geográficamente al sur del Torcal, está el Campo de Cámara, formando parte de la cuenca del Bajo Guadalhorce. Esta cuenca se extiende, desde las sierras de Antequera y Abdalajís, hasta el mar, quedando limitada al Este por el río Guadalmedina y al Suroeste por la Sierra de Mijas y estribaciones de la Serranía de Ronda. Es un espacio geográfico muy heterogéneo, distinguiéndose en él la Vega, los Montes y la Campiña. Esta última, llamada desde época antigua Campo de Cámara, terreno predominantemente llano, con rica agricultura y ganadería, situada entre las citadas sierras de Antequera-Abdalajís y los Montes, ha estado defendida, ya desde la sublevación de Umar ben Hafsun, por las fortalezas de Hisn Camara y de Xanti Pether, ésta en Almogía, y posteriormente por los castillejos de Aznalmara, Xebar y Cauche, estableciéndose una línea visual que desde Gibralfaro en Málaga conectaba, hacia el Norte, mediante las torres de Verdiales y Zambra, con las atalayas y fortalezas del Campo de Cámara.

La abundancia de castillos, castillejos y sobre todo de torres atalayas que, según los libros de Repartimientos, tanto de Antequera como de Málaga, existieron en el Campo de Cámara, es indicio no solamente de una rica comarca agrícola, sino principalmente de un paso estratégico que había que defender, entre la costa malagueña y el interior de Andalucía. Los castillos – Aznalmara, Xebar, Cauche, Santi Petri, Cantarrayan, Almogía – estaban situados en las zonas montañosas, mientras las atalayas se levantaban, tanto en las mencionadas zonas montañosas – Torrecilla, Zambra – como en la fértil llanura central. Entre las numerosas atalayas desaparecidas, pues aparecen citadas en diferentes textos más de diez torres, hay que destacar, por su valor estratégico y por ser punto de contacto entre cristianos y musulmanes, la atalaya y castillejo de Cantarrayan, situada en término de Almogía, controlando el camino que unía Málaga con Antequera, en un lugar poblado por mudéjares, donde también existían posesiones cristianas, citándose, entre otras, una venta y un colmenar.

AUTOR: Antonio Mayorga González

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