OPINION: «Cultivar la tierra de forma pacifica va ganando adeptos», por Mariano Pacheco

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Articulo remitido por Mariano
Pacheco 
De la
publicación: “La Fundación Gabriele”

Los seres humanos hemos perdido el sentido natural
para distinguir instintivamente las bondades de los alimentos, necesitando una
declaración de ingredientes en la que se diga por ejemplo si un alimento ha
sido manipulado, si es de cultivo biológico, o si ha sido genéticamente
transformado. Siendo cada vez más los consumidores que no quieren productos
genéticamente transformados, ¿pero por qué? ¿Hay acaso pruebas de que cuando un
ser humano consume alimentos transgénicos se produce alguna reacción negativa
en su organismo?
Justamente se trata de la ignorancia, es decir de
no saber qué sucederá mañana en nuestro cuerpo si consumimos estos alimentos
hoy, esto nos hace inseguros a la hora de elegir productos genéticamente
modificados. Cualquier alimento que tomamos es reducido a través de la
digestión para que el organismo pueda obtener sustancias combustibles,
vitaminas, oligoelementos, proteínas y minerales que el cuerpo necesita para
vivir, los mismos que luego se transformarán en nuestra propia sustancia
física. Si ahora tomamos un alimento genéticamente manipulado acogemos esos
genes que han sido transformados, y que se introducen prácticamente en nuestro
código genético. Una transformación de este tipo, no es que tenga que producir
un cambio, pero puede producirlo. Y los alcances no los podemos ni imaginar,
tampoco aventurarnos a predecir.
Nuestros genes están también relacionados de alguna
forma con nuestra alma. Es como una sintonía de vibración, ya que el alma se ha
encarnado en un cuerpo físico que se adecua a su estructura anímica. Ahora
bien, si en un período de 30 ó 40 años acogemos en nuestro cuerpo un material
alimenticio con ADN extraño, nuestra estructura genética no se desarrollará de
forma natural, sino que se transformará de forma artificial.
Dios nos regaló la Tierra, creó la naturaleza y nos
dio alimentos con los cuales hemos vivido sanos desde hace miles de años. Sin
embargo ahora de pronto creemos poder mejorar la creación y ponernos por encima
de Él, sin saber del alcance de nuestras manipulaciones. Posiblemente lo que
hayamos echado a rodar sea como una avalancha, como un alud que no podremos
detener. ¿Qué ocurrirá si dentro de 10, 20 ó 30 años nos damos cuenta de que
era una equivocación? ¿Qué dirán entonces los científicos?
Ese es el motivo por el cual los cristianos
originarios tenemos una forma pacífica de cultivar la Tierra, que está libre de
tecnología genética y de venenos agrarios. Tampoco usamos abonos químicos ni de
origen animal, ni practicamos una explotación ganadera. Y todo simplemente
porque apreciamos a la madre Tierra, porque la cuidamos y no la queremos
manipular.

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