Las palabras no siempre se las lleva el viento, a veces quedan atrapadas en una especie de eco que te hace escucharlas una y otra vez como si se acabaran de pronunciar. Y eso me está sucediendo estos días. No doy crédito a lo que leo y escucho.  El ser humano  debería  tener cierta cordura, cierta reflexión previa a la hora de expresarse y más si lo hace en medios de gran difusión y con asuntos de importancia.

No sé si cuando este artículo se publique Teresa, la sanitaria infectada por el virus del ébola, habrá fallecido, pero si sobrevive seguro que las palabras dichas por el consejero de Sanidad de la comunidad de Madrid sobre su honestidad le retumbarán en su cabeza durante mucho tiempo. Seguramente ella coincidiría conmigo en lo insuficiente que ha resultado ese intento, poco creíble, que ha tenido este señor de retractarse de sus irrespetuosas declaraciones.

Yo aún sigo con la boca abierta por ello. Y lo que más me sorprende de su intervención es la sutil falta de compasión, de empatía y de solidaridad hacia la enferma… Como ciudadana hubiera necesitado otro tipo de mensaje, un: Señores, algo ha salido mal, hay que afrontarlo y vamos a hacerlo de esta manera…» eso hubiera sido honesto, repartir las responsabilidades y hasta asumir las ajenas…eso es lo que debe hacer un máximo responsable, dar la cara con honorabilidad… pero eso, en nuestras fronteras, no se ve.

Me resulta triste comprobar que una crisis sanitaria de esta  magnitud no sea capaz de aunar las fuerzas políticas de este país. Y los ciudadanos nos sentamos delante del televisor buscando en cada informativo y en cada debate respuestas claras, veraces y responsables… pero a cambio encontramos opiniones cargadas de intereses políticos y alguna que otra burrada  que nos deja boquiabiertos durante días. Ojalá no se declaren más casos y que  Teresa sobreviva a este accidente laboral, por riesgo biológico,que la mantiene debatiéndose entre la vida y la muerte. Ojalá más adelante pueda exigirle unas disculpas públicas al consejero y este honorablemente se las dé.

Artículo escrito por Marisa López

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