[OPINIÓN] Las muchas vidas de cada uno, por Josefa Navarro

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La reencarnación en algunas ocasiones
es una opción, una posibilidad. Esto significa que según el caso, no
necesariamente tenemos que volver a encarnar una y otra vez en un cuerpo
humano. Tan pronto como el alma se haya vuelto
más luminosa y ya no tienda a la reencarnación, a la Tierra, puede purificarse
paso a paso en los ámbitos de purificación, donde tambien puede recorrer el
camino de regreso al Hogar eterno, que es la meta final de toda alma y todo
hombre.
En el libro «Origen y formación de
las enfermedades»
, de la Editorial Vida Universal, podemos leer lo
siguiente: «Un alma se puede encarnar muchas veces y recorrer muchas vidas
terrenales en traje humano, hasta que por medio del autorreconocimiento, de la
realización y de la aceptación del acto redentor de Jesús, recorra el camino
espiritual de la purificación y ennoblecimiento de su ego inferior, aumentando
así la luz redentora que actúa en él. Tarde o temprano cada alma y cada hombre
tienen que llevar a cabo la purificación del alma, ya sea en esta vida terrenal
o en posteriores, para volver a ser de nuevo conscientemente la imagen fiel del
Padre eterno».
No necesariamente tenemos que ir a una nueva encarnación, a
no ser que nos sintamos atraídos de nuevo a la materia. Aunque si en la
consciencia del alma no hay otra cosa que el deseo de volver a la Tierra, el
alma tenderá de nuevo a la siguiente encarnación. Pero si se ha llegado a
realizar un cierto proceso de purificación, tales almas ya no sentirán en sí el
deseo de volver a la Tierra, a una nueva encarnación, por lo que podrán seguir
purificándose y desarrollándose como almas en los llamados ámbitos de
purificación.
Sin embargo el camino a través de los ámbitos de
purificación suele ser más penoso y más largo. Por lo que muchas almas se
empeñan en venir a una nueva encarnación porque en el Más allá, a través de
dolor y sufrimiento, el alma tiene que soportar, sufrir, sentir y experimentar
ella misma en imágenes lo que siendo un ser humano causó a otras personas. Por
ejemplo, cómo trató a su prójimo, cómo tal vez lo desvió de su camino, cómo lo
influyó, lo obligó, o tal vez indujo a cometer actos dañinos.
Jesús de Nazaret nos dejó una buena ayuda al respecto cuando
dijo: “Arregla lo que tengas pendiente
con tu projimo, con quien ahora vas de camino, antes de que el alguacil te
lleve al juez y este a la carcel.
Yo te digo, no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo“.
Para toda persona, cada día la Escuela
Tierra contiene la ayuda y la fuerza necesarias para superar lo que ha de ser
superado ese día, también para ponernos en paz con nuestro prójimo.

Josefa Navarro 

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