No me lo puedo creer, una caja de ahorros me ha devuelto 24,30 euros de comisión tras reclamársela. Comisión legal y amparada por el Banco de España, según ellos, pero abusiva, ilegítima e inmoral según mi criterio. Amablemente, el director de la sucursal me invitó a hacer una reclamación haciéndola llegar por correo electrónico. Me negué y pedí el libro de reclamaciones, que no encontró.

Qué fatalidad, como cuando lo solicité hace tiempo en un banco cántabro. Pero el libro casualmente apareció cuando comencé a marcar el teléfono de la policía. Además le especifiqué que no quería el libro de reclamaciones interno sino el oficial de la Junta de Andalucía, que los abogados de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) nos habían recomendado exigir si alguna vez reclamábamos a una entidad bancaria.

También nos advirtieron que es costumbre de los bancos intentar colocarnos el interno de la propia entidad, para que la reclamación como mucho acabe en la central del banco, y no el oficial de la Junta de Andalucía, en cuyo caso la reclamación se tramitará oficialmente pudiendo acabar en sanción. Mi intención fue dejarle claro que no era por el dinero en cuestión sino por la indignación de sentirme estafado, y que disponía de tiempo libre suficiente para convertirme en un molesto chinarro en el zapato.

No sé si será por el miedo a la PAH, pero antes de acabar la mañana recibí un correo electrónico diciéndome que me habían ingresado el dinero en la cuenta. Estoy convencido de que esto no hubiera sido posible hace un par de años. Los tiempos están cambiando.

Los poderosos comienzan a tener miedo a la gente que se organiza para exigir sus derechos. Todos los días se crean nuevas plataformas y asociaciones que luchan contra el abuso continuo de los poderes fácticos y exigen sus derechos. El pueblo ha comenzado a tomar conciencia de que todos juntos tenemos el auténtico poder democrático. Después de esto me parece menos disparatada la auditoría de la deuda que proponemos algunos.

Autor: Juan Luis Reina