Las enfermedades transmitidas por alimentos pueden ser muy peligrosas para las personas mayores, ya que son más propensas a tener complicaciones. Sobre todo son susceptibles a Listeria monocytogenes, Campylobacter y Salmonella. Según la investigación elaborada por la Universidad de Hertfordshire, las personas mayores de 60 años tienen un mayor riesgo de contraer enfermedades transmitidas por alimentos como resultado de las prácticas de cocina que llevan a cabo, el deterioro de sus sentidos, como olor y sabor, y un sistema inmune debilitado. Estudios anteriores han demostrado que los conocimientos en el campo de la seguridad alimentaria por parte de los consumidores en general son bajos, lo que repercute también en una mayor incidencia de problemas relacionados con una mala praxis en las cocinas domésticas.
La encuesta realizada revela un importante vacío en el conocimiento de las prácticas de seguridad alimentaria más esenciales. En la mayoría de los casos, las acciones se fundamentan en «el sentido común», más que en el «asesoramiento de expertos». Las actuaciones de casi todos los entrevistados responden a la ignorancia hacia muchos de los hábitos correctos de manipulación de los alimentos, aunque en algunas situaciones también se produce un caso omiso de los consejos que reciben. Según el estudio, son varias las deficiencias detectadas en las prácticas de manipulación y almacenamiento de los alimentos:
Una de las principales dudas que han reflejado los participantes de la investigación se refiere al lavado de verduras y frutas: no saben si deben lavarse, ni cuándo ni cómo.
Tampoco muestran demasiado interés hacia la fecha de caducidad de los alimentos. En este último caso, tienen preferencia por utilizar sus propios sentidos para evaluar la frescura de los alimentos, en lugar de fijarse en lo que recomiendan los fabricantes.
No prestan mucho interés a la nevera, a su temperatura interior, ni cómo deben almacenarse los alimentos de forma más adecuada.
Las razones a las que recurren para justificar estas prácticas de riesgo son varias. Por un lado, se amparan en los tiempos de crisis o guerra que vivieron en años anteriores y, por otro, explican que el sentido común aplicado desde siempre les ha permitido llevar ciertas prácticas (como comprobar la frescura de los huevos haciéndolos flotar en agua) sin que hayan tenido consecuencias adversas.
Acabar con estas malas costumbres pasaría primero por reconocer qué es lo que no se está haciendo bien y, en segundo lugar, por dotar de información y formación a este sector de población más vulnerable, según informa el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC).
Según el tríptico de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria (ACSA), «Consejos de seguridad alimentaria para la gente mayor», deberían seguirse diez pasos para asegurar la seguridad de los alimentos en este sector de población:
1. Planificar la compra.
2. Seguir la regla de las dos horas: guardar los alimentos en la nevera en un plazo máximo de dos horas después de su compra.
3. Revisar que la temperatura de la nevera es de 5 ºC o menos.
4. Comprobar y respetar las fechas de caducidad.
5. Cocinar bien alimentos como la carne o los huevos.
6. Descongelar alimentos en la nevera o el microondas antes de cocinarlos.
7. Si se recalienta la comida, asegurarse de que alcanza la temperatura adecuada en toda la pieza.
8. Intentar no consumir pescado o carne crudos o salsas con huevo crudo.
9. Evitar el consumo de quesos frescos elaborados con leche cruda.
10. Lavar bien frutas y vegetales.
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