Articulo remitido por Mª José Navarro
Del programa: Cuando los medicamentos se convierten en riesgo
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Si recapacitamos sobre cómo se mantienen a los animales en las granjas de cría intensiva (hacinados en establos sin luz, sin espacio, sin ventilación adecuada y en la mayoría de los casos faltos de higiene y salubridad y, por si fuera poco, cebados para que crezcan a toda velocidad…), nos daremos cuenta de que no cabe ninguna duda de que en algún momento estos animales contraerán alguna enfermedad. Con el fin de que no haya demasiadas bajas, el ganadero no dudará en administrarles todo tipo de antibióticos, y por si esto fuera poco, ni siquiera cuestionamos nuestro propio comportamiento para con ellos, es decir estamos convencidos de que el uso y el abuso a que sometemos a unos seres destinados a una corta y tormentosa vida, y a una muerte precoz y en ocasiones dolorosa, es lo normal.
La problemática de los antibióticos es una amenaza real para muchas personas que trabajan en la elaboración cárnica o relacionados con la ganadería. Pues en los establos se producen desarrollos muy alarmantes, y los trabajadores están en contacto directo y continuo con los animales: Repartir el forraje, limpiar el estiércol, ordeñar o esquilar hace que las mayoría de las personas que trabajan en la ganadería tengan a su vez contacto directo con cepas de bacterias, con lo que están expuestas y se convierten a su vez en un riesgo para otros. De hecho, en Holanda los empleados relacionados con la ganadería son puestos en cuarentena cuando ingresan en un hospital. Esto también se hace en la Baja Sajonia, el estado federal más ganadero de Alemania. Aquí los pacientes que trabajan con animales de corral y granja son tratados como pacientes de alto riesgo. ¿No es sorprendente cómo hemos llegado a un punto tal?
No obstante el consumidor debería tener a su vez responsabilidad por sí mismo. De hecho también está en su mano el hacer algo para mantenerse sano, y para evitar que su cuerpo pueda estar lleno de antibióticos, la clave radica en dejar de poner carne en su plato. Para aquellas personas a las que esto les pueda suponer un gran sacrificio, un buen consejo es que intenten comprar la carne a un ganadero de confianza, pero si se proponen reducir su consumo, por ejemplo a una vez por semana, mucho mejor. Aunque claro está, el mejor consejo que podemos darle es que deje de comer carne; su organismo se lo agradecerá. De hecho hay estudios que confirman que los vegetarianos viven más y mejor.