Llevamos cerca de
dos mil años explicando la religión en un lenguaje precientífico y acrítico,
por lo que nos resistimos a pensar que las cosas deben interpretarse de otra
manera. Las mismas palabras del papa Francisco, cuando nos habla textualmente
“de renovación, de cambio, de nuevos caminos, de métodos creativos, de otras formas
de expresión, signos más elocuentes para el mundo actual”,  hay personas y dirigentes eclesiales, incluso
obispos,  que no acaban de aceptarlas.
Tenemos miedo a lo nuevo. Incluso  hubo
una época, hace un siglo, en  que las
ideas de la modernidad, tales como democracia, libertad de  creencias y de conciencia, libertad de prensa,
sindical o de pensamiento,  etc, fueron
condenadas por la curia vaticana como obra de Satanás. Les llamó errores
modernistas. Hoy no llegamos a tanto, 
pero parece que hay algunos creyentes que no acaban de comprender aquello
de  renovarse o morir.
Pienso que es
urgente para los cristianos hacer otra teología, una teología (es decir,
lenguaje sobre Dios) que vuelva la fe más comprensible y vivible para las
personas de hoy. Tenemos que repensar el cristianismo para que sea Evangelio
liberador. Y no podrá ser liberador manteniendo conceptos y paradigmas del pasado
que hoy resultan anacrónicos. No podemos hablar de Dios con imágenes que
pertenecen a cosmovisiones superadas. Decía el célebre teólogo, místico y
antropólogo Teilhar de Chrdin: “Tenemos que vivir y sentir un nuevo rostro del
hombre y un nuevo rostro de Dios”.
Es necesario que
sigamos descubriendo si no una religión nueva, otra forma de entender y vivir
la religión. Las llamadas del papa Francisco 
están haciendo que muchas personas que habían perdido toda esperanza en
la Iglesia vuelvan a plantearse su fe. Estamos viviendo una sorprendente e
inesperada primavera en la Iglesia. Sintámonos buscadores esperanzados. Seamos
creativos y portadores de esperanza.

Afirmaba   un 
catedrático de  una universidad
parisina: “Hace años cuando quería hacerle pensar a mis alumnos les hablaba de política, y
cuando les quería hacer sonreír les hablaba de religión. Pero ahora cuando les
quiero hacer pensar, les hablo de religión y cuando les quiero hacer sonreír
les hablo de política” ¿Será  verdad que
las cosas van cambiando?

José Sánchez Luque