“Nuestro lenguaje, imágenes y símbolos sobre el mundo, el hombre y Dios deben ser inteligibles para el hombre y la mujer de hoy”, son palabras de un artículo aparecido recientemente en la Revista Manresa (“Retos de la ciencia a la fe y a la nueva evangelización) cuyo autor es el catedrático de biología de la UMA, el archidonés Ignacio Núñez de Castro, jesuita. Estoy convencido que si queremos que el cristianismo siga adelante hemos de expresar sus contenidos en otros paradigmas. Por eso he usado la palabra “repensar” que tantas veces nos recuerda el profesor y teólogo gallego Andrés Torres Queiruga, uno de los más clarividentes pensadores de Europa en temas religiosos. Son muchos sus artículos y libros, algunos traducidos a varios idiomas (e incluso vetados por el Vaticano), cuyo solo título ya apunta al cambio: “Repensar la creación”, “Repensar la resurrección”, “Repensar la redención”, “Repensar la cristología”, etc. Hasta el papa Francisco ha usado este término cuando nos habla de “repensar la solidaridad”.
Hace ya mucho tiempo, el año 1927 el pensador W. Pauli escribía: “Llegará el día en que los símbolos y las imágenes de la religión tradicional no posean ya una fuerza convincente ni siquiera para el pueblo sencillo”. Estas palabras proféticas ya se están haciendo realidad, al menos en Europa. Tengamos en cuenta que la religión cristiana, en la que hemos sido educados, corresponde a la síntesis teológica que se hizo en la edad media. Desde entonces ha llovido mucho y ha habido muchos cambios culturales en nuestra sociedad. La filosofía que sirvió de sostén al pensamiento cristiano fue el platonismo y el aristotelismo. Muy valiosa para el hombre medieval, pero hoy está superada en muchos de sus planteamientos. ¡Hemos pasado -o estamos pasando- del neolítico a la física cuántica!
El cristianismo puede convertirse en un gueto cultural irrelevante, si no encuentra un cauce nuevo y un lenguaje diferente para revivir el Evangelio y renovar la fe, con el fin de que siga siendo levadura y luz para las personas de hoy y del futuro. Este tema me apasiona hondamente, por lo que he pensado escribir sobre el mismo varios artículos desde esta plataforma que me ofrece “Las 4 esquinas de Antequera”, a cuya directiva agradezco sinceramente el permitirme participar, sin censuras, en su periódico digital.