Si les queda dignidad política, ¡márchense! por Antonio García Mendoza

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En un país como España, en el que en cualquier encuesta o sondeo que se maneje, “los políticos” que no “la política” son el mayor problema para los ciudadanos, algo tiene que estar pasando. En un país con una alta tasa de paro, que los españoles estén mucho más preocupados por los escándalos políticos que por el paro o la crisis económica, resulta muy significativo. El carrusel de investigaciones en proceso y de imputados por los juzgados causan aún más desasosiego en la gente que un drama social tan hondo como la pérdida de trabajo, lo que define el impacto de ese fenómeno en una sociedad que valora la ética política.

En este clima de desencanto ciudadano generalizado tan peligroso, la política debe recobrar su espacio natural para que no sean otros quienes lo hagan y se aprovechen. Creo en la política con mayúsculas, aquélla en la que el político está más preocupado de escuchar al ciudadano que de una simple imagen, aquél que se encarga de solucionar los problemas de los ciudadanos, aquél cuyas virtudes sean la honradez, la experiencia, la buena gestión, aquél que anteponga los intereses del país a los de su partido político y que, incluso, en caso de necesidad, no dude en adoptar las resoluciones que convengan, por impopulares que sean. Y hay políticos, muchos políticos que cumplen con los anteriores valores, por mucho que se intente plasmar una imagen negativa de la política. Es cierto que puede haber alrededor de un 5% de políticos imputados y me puedo arriesgar a decir que a lo mejor nos podemos encontrar que hay un 25% o un 30% de políticos que no ejercen con el suficiente “acierto” la profesión. Entonces, ¿Por qué pagan “justos” por “pecadores”?

Como persona que creo en la política con mayúsculas, aquélla que tiene como pilares la dignidad, la ética y la ejemplaridad, les pido a aquellos políticos que no ejercen su cargo como tendrían que ejercerlo, que dimitan. Pido que dimitan, si les queda dignidad política, aquellos políticos que se basan más en cuidar su imagen que en lo que preocupa al ciudadano, aquellos que están más preocupados en su permanencia en el cargo o en el partido antes que en el ciudadano, aquellos que no gestionan con suficiente diligencia lo público o aquellos que solo están a la caza del beneficio lícito o ilícito del cargo. Por favor, ¡dimitan señores, márchense!

Por los ciudadanos, auténticos detentadores de la soberanía y que deben recibir el justo trato de los políticos que han elegido y por los muchos políticos que a lo largo y a lo ancho de la geografía de España que ejercen con honradez esa profesión tan noble como es la política, hay que pedir a esos falsantes que utilizan a la política para beneficio propio que se marchen, que dejen de manchar una profesión tan digna como la política y dejen de engañar y atacar al bolsillo de los ciudadanos de forma no muy limpia.

Ciudadanos y los muchos políticos honrados que existen deben conjugar esfuerzos para acabar con esa lacra que representan esos pocos pero sonoros políticos que no realizan su labor de forma consecuente con el mandato que recibieron en las urnas. Si esos falsantes no tienen la dignidad política suficiente como para marcharse por sí solos, ciudadanos y políticos honrados debemos trabajar juntos, unidos, para buscar su marcha y lograr un marco legal que genere un futuro en la política totalmente limpio, que significará un futuro mejor para todos.

Antonio García Mendoza

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