Grupo Casa Diego ha sido el impulsor de esta original iniciativa que une tradición y artesanía local y que ya se puede visitar a las puertas de su nuevo Mesón La Vía, situado en el Polígono Industrial de la ciudad
Los cencerros gigantes existen y el más grande del mundo está en Antequera. Con unas dimensiones extraordinarias de más de 7 metros de altura, 2,60 metros de ancho y un peso de 2.500 kilogramos, el cencerro se puede ver en el Polígono Industrial, a las puertas del Mesón La Vía, el nuevo restaurante de Grupo Casa Diego, impulsores de esta original iniciativa que a partir de ahora se convierte en un reclamo turístico más para los visitantes de la ciudad.
«Nuestro grupo apuesta firmemente por lo tradicional y lo local. De esta admiración por la artesanía y nuestras raíces nace la idea de crear una experiencia completa: visitar este cencerro, un auténtico homenaje a nuestras tradiciones y a la esencia de la gastronomía de siempre, y, por supuesto, disfrutar de nuestro restaurante, donde la cocina se convierte en el alma de un destino gastronómico y turístico único”, explica Gloria Hatero, responsable de marketing y comunicación del grupo.
En el proyecto han estado implicadas empresas antequeranas “de toda la vida”. Por un lado, la idea nace a raíz de tener a Juan Chamizo de vecino colindante, negocio familiar dedicado a la elaboración artesanal de cencerros, casi el único en Andalucía y uno de los pocos que quedan en toda España. Y es que el oficio, que requiere de mucha mano de obra, se encuentra en peligro de extinción, lo que se suma a la falta de relevo generacional, los elevados costes y la dificultad de adquisición de la materia prima.
Por otro lado, Mecanizados y Reparaciones Torralvo han sido los encargados de la fabricación e instalación de esta construcción “impecable”. El equipo recibió este gran cometido como un reto personal que les costó varias noches sin dormir. “La idea se salía de lo convencional, pero pusimos todo de nuestra parte para sacar adelante el proyecto con mucho trabajo y esfuerzo. Puede parecer simple, pero la forma es muy compleja, desde la base hasta la punta, el lazo, la hebilla, lograr que quedara natural, manejar espesores muy grandes de chapa…”, cuenta José Luis Torralvo.
Pero de toda la elaboración, lo más complicado ha sido el cierre de la cabeza, la unión de la hebilla con el cencerro. “Ha hecho falta mucha soldadura, radial y tapones para los oídos”, ríen Pepe Ramos y Nicolás Doccola, quienes han estado principalmente al frente de la construcción.
El traslado hasta su actual ubicación fue fácil, aunque la instalación era una de las partes más temidas. “Gracias a la experiencia del gruista, todo ha salido estupendamente. Estamos muy orgullosos. Este es un oficio muy bonito y cuando ya ves terminado el trabajo te engrandece”, asegura Torralvo.
El cencerro está fabricado íntegramente en hierro y tomó unos 30 días realizarlo. No es solo un elemento decorativo: es completamente funcional, lo que permite a los visitantes disfrutar de su característico sonido. “Según nuestras búsquedas, hasta el momento el cencerro más grande estaba en Alemania, con unos 3 metros de altura y este lo supera con creces”, subraya.
En cuanto al color, han sido necesarios 26 litros de pintura anticorrosiva en tono cobre, posteriormente envejecido con distintos matices para lograr un acabado artesanal. La correa se ha pintado en color marrón, también con pintura anticorrosiva, y la hebilla en dorado. Todos los productos empleados, tanto en el interior como en el exterior del cencerro, son de la marca Hammerite y han sido suministrados por la empresa antequerana Pinturas El Dolmen, quienes han agradecido a Grupo Casa Diego la confianza depositada en ellos para este «gran proyecto» en cuanto al asesoramiento y suministro.
El cencerro, que se inauguró oficialmente hace tan solo unos días, contó con la presencia del alcalde de Antequera, Manolo Barón y los concejales Antonio García Mendoza, Paqui Sánchez y María Enrile.