Un investigador trabuqueño desafía los prejuicios sobre el VIH

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El joven filósofo y antropólogo de Villanueva del Trabuco, Simón Cano Le Tiec, se ha propuesto desmontar algunos de los prejuicios más persistentes sobre el VIH y su tratamiento en comunidades indígenas. Su investigación, que ha llamado la atención en el ámbito académico por su mirada interdisciplinar, no se limita a las cifras ni a los datos epidemiológicos, sino que propone un cambio profundo en la forma de entender la enfermedad y las barreras culturales que impiden a miles de personas acceder a una atención digna.

Graduado en Filosofía y con un máster en Investigación Antropológica, Cano Le Tiec combina la reflexión teórica con la observación de campo. En sus palabras, la antropología “permite ver el mundo con otros ojos” y, en ese sentido, cuestiona la comodidad intelectual con la que a menudo se abordan los problemas de salud pública. Su tesis parte de una idea provocadora: el llamado “paradigma del VIH” en poblaciones indígenas ha sido construido desde fuera, con categorías occidentales que invisibilizan la experiencia nativa.

Su estudio pone el foco en conceptos como la “comunidad cerrada” o la supuesta “inmunidad étnica”, ideas que, según explica, han servido para justificar la ausencia de políticas sanitarias efectivas. Bajo la creencia de que los pueblos indígenas viven aislados, sin contacto con el exterior, muchas instituciones han dejado de considerarles vulnerables frente al virus. Sin embargo, Cano Le Tiec muestra que estas comunidades mantienen una intensa interacción con otras poblaciones y que los desplazamientos, la diversidad sexual y los flujos migratorios forman parte de su realidad cotidiana.

El trabajo busca repensar la noción de vulnerabilidad

Lejos de ser un trabajo académico al uso, su propuesta busca repensar la noción misma de vulnerabilidad. “El problema no está en la falta de recursos, sino en cómo se interpreta la realidad de los otros”, señala. 

En este sentido, Cano Le Tiec reivindica la importancia de la diversidad sexual dentro de los pueblos indígenas, un tema que rara vez se aborda desde la perspectiva del VIH. Su investigación muestra cómo la homosexualidad o la transexualidad se viven de maneras distintas según la moral colectiva, desafiando el supuesto de que las identidades de género son fenómenos exclusivamente occidentales.

Otro de los ejes de su trabajo es la comunicación. El autor aboga por una “reapropiación de los medios” por parte de las comunidades afectadas, de modo que puedan narrar sus propias experiencias sin intermediarios. “Las políticas de prevención solo funcionan cuando la información se traduce en respeto cultural”, afirma. También alerta del uso del imaginario morboso del virus —las imágenes del cuerpo enfermo, la delgadez o el miedo al contagio— como algo que sigue alimentando el estigma.

Con este estudio, el investigador malagueño quiere demostrar que la antropología tiene mucho que aportar a la salud pública del siglo XXI. Frente al exceso de estudios basados en cuestionarios o datos descontextualizados, defiende un enfoque humanista que parta del diálogo y la observación directa. 

Y es que para Cano Le Tiec, la pregunta no es cómo ayudar, sino cómo escuchar. “No dejo de comprobar el desencanto en el que nuestra sociedad occidental parece estancada. Viajamos a otros continentes pretendiendo un falso contacto con “culturas” empaquetadas para su disfrute: no hay auténtica conciencia de lo que son”, comparte el joven, que lamenta que, en las comunidades indígenas, ser una persona VIH es una “condena a la incertidumbre”.

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