El antequerano Cristóbal Granados es fundador del método DPU, Defensa Personal Urbana, un sistema de autoprotección basado en diez fundamentos que se caracteriza por emplear técnicas fáciles y resolutivas para la mayoría de la población
El número de delitos en España con respecto al año anterior ha aumentado en un 6%. La inseguridad en las calles es mucho mayor y cada vez son más frecuentes y sonados los casos de robo en domicilios, lo que hace que la formación en defensa personal haya pasado de ser una opción a una necesidad.
Fue a raíz de la pandemia de la Covid-19, durante los meses de confinamiento, cuando el antequerano Cristóbal Granados ideó el método DPU, siglas de Defensa Personal Urbana. «Se trata de un sistema de autoprotección dirigido a gran parte de la población caracterizado por ser fácil, efectivo y seguro. Las técnicas que emplea son muy sencillas y están al alcance de todos, lo que nos permite solucionar el mayor número de situaciones de peligro», asegura Granados quien tuvo su primer contacto con la defensa personal en el ejército.
Una vez terminado el servicio militar, su interés por las artes marciales fue creciendo hasta el día de hoy, en que ya lleva más de 25 años practicando kárate tradicional del estilo Itosu-ryu, además de estar en continua formación de otras disciplinas. De ahí que el método DPU reúna lo mejor de cada especialidad, siendo una combinación de sistemas tradicionales y modernos.
Fundamentos
El sistema se basa en 10 fundamentos o nociones y se caracteriza por simplificar técnicas, haciéndolas fáciles y resolutivas para la mayoría de la población. El primero trata de no perder el contacto visual. «No hay que vivir con miedo, pero sí con atención. Hoy en día, la gente va por la calle mirando los dispositivos móviles, con los auriculares, ajenos a todo lo que les rodea. Las ciudades llevan un ritmo bastante rápido, las circunstancias cambian de un momento a otro, por lo que debemos estar atentos a todo lo que puede ocurrir», explica.
El segundo consiste en detectar un posible peligro con el lenguaje corporal. «Debemos observar si una persona se acerca con un lenguaje corporal agresivo, esto es, cara de enfado, que aprieta los puños, camina muy enérgico, etc.».
También hay que mantener una distancia de seguridad preventiva. «La distancia correcta sería de un metro y medio. De esta manera podemos tener tiempo de reacción para intentar hacer una esquiva o un contraataque».
Asimismo, debemos ser capaces de controlar nuestras emociones. «Si somos sorprendidos por una persona en la calle, no debemos de mostrar síntomas de sumisión, ni miedo, aunque la tengamos. Nunca debemos agachar la cabeza, sino mantener una posición erguida con un tono de voz contundente para ganar seguridad. El objetivo es sembrar la duda en el agresor para que finalmente desista del ataque».
También hay que tener en cuenta la mirada y la visión periférica. «En todo conflicto es muy importante mirar a los ojos. También tenemos que hacer un barrido porque puede que esa persona que nos quiere agredir no esté sola».
Por otro lado, hay que hacer buen uso de la guardia activa y pasiva. «La guardia pasiva consiste en mantener las palmas de las manos abiertas para calmar a la persona y transmitirle que no queremos entrar en un conflicto. La activa sería cerrando los puños, que es lo que la mayoría de la gente hace. Mi consejo es mantener la guardia pasiva, porque lo que queremos transmitir es que no queremos pelear».
El séptimo fundamento es la anticipación. «Se dice que el que pega primero pega dos veces. Tenemos que anticiparnos a las reacciones del agresor para contrarrestar su ataque». El octavo punto se centra en los puntos vitales. «Independientemente de su condición física, toda persona cuenta con puntos vulnerables, que son los ojos, la garganta, la boca del estómago, los genitales y las rodillas. Si nuestros ataques van dirigidos a esos puntos concretos, podremos salir airosos de una situación extrema», asegura.
El noveno fundamento es la proporcionalidad. «Debemos actuar con sentido común y no excedernos en contrarrestar una acción de violencia con un daño mayor. Hay que saber diferenciar entre una intimidación y una agresión. Las técnicas tienen que ser acorde según el caso. No es lo mismo que te cojan de la camiseta a que te aprieten el cuello. Ahí tenemos que actuar de forma contundente», aclara el antequerano.
Por último, debemos ahorrar energía en la medida de lo posible. «En situaciones de estrés y de conflicto el ahorro de energía es súper importante. No debemos excedernos para no fatigarnos en el caso de que tengamos que hacerle frente a más de un agresor», aclara.
Otras características
Otra de las características del sistema DPU es que siempre se practica con ropa «de calle» y armas improvisadas. «Son elementos de uso cotidiano que sirven para defendernos, como por ejemplo una correa, un bolígrafo, una mochila, un bastón o un paraguas. También están los elementos naturales, como el sol, que puede llegar a deslumbrar a nuestro oponente».
Alcance
El sistema se encuentra implantado en Antequera- donde lo dirige Cristóbal Granados- y en Casabermeja y Fuengirola el sensei Juan Francisco Rueda Padilla, juez del tribunal de grado de la Federación Española de Kárate, desde el año 2021. Durante ese tiempo, han impartido seminarios en colegios e institutos, en centros de adultos, en asociaciones como Adipa y en centros deportivos como Kive Center. Actualmente, Granados se encuentra escribiendo un libro con el firme propósito de transmitir su método y hacerlo accesible a todas aquellas personas que deseen beneficiarse de su experiencia.