¡Viva la Cofradía de Abajo! por Antonio García Mendoza

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Hoy es un día muy
importante para los Cofrades de “Abajo”, hoy celebramos nuestro Cabildo General
de Elecciones en nuestra Basílica, donde se dan cita siglos de historia. Siglos
de trabajo, esfuerzo, ilusión, fe y devoción que se renuevan día a día con la
intención de mantener el legado de nuestros antepasados y de mejorarlo desde
nuestra fe cristiana y devoción a nuestros Sagrados Titulares. Por ello, en
este día tan especial para la Cofradía a la que tanto quiero, he pensado relatar
de forma escueta los datos históricos más relevantes de una de las cofradías
con más solera de la Andalucía cofrade, como es la Pontificia y Real
Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y Ntra. Sra. de la Paz “Coronada”.
De algunos apuntes recapitulados de los libros
más destacados de la historia local publicados en época reciente, puedo
advertir que se conservan escasos datos de la época de fundación de la Cofradía
debido a la dispersión que sufre su archivo debido a los avatares del discurrir
de la historia, pero si se puede afirmar que su nacimiento debió tener lugar en
los albores del s.XVI como congregación devota formada en torno a una imagen de
Jesús Nazareno que se veneraba en un beaterio situado en la calle Palomos.

Existe constancia que en junio de 1586 la orden dominica, encabezada por el
Provincial de Andalucía Fr. Gerónimo Mendoza, previa licencia del Obispo de
Málaga para instalarse en Antequera, se establecieron en el
«hospital» de la Concepción. Dicho inmueble se alzaba desde comienzos
del s. XVI, una vez que la reconquista de Granada hizo posible la expansión
extramuros de la antigua Medina,en lo que hoy es la Plazuela de Santo Domingo,
y había sido edificado para hospicio por la Cofradía de Niños Expósitos de
Ntra. Sra. de la Concepción, siendo erigida en 1546 junto al mismo una iglesia
dedicada a la Limpia Concepción de Nuestra Señora. Poco tardaron los frailes en
conseguir los medios económicos necesarios para adquirir las casas y solares
adyacentes al antiguo hospicio que se trasladó a la acera de enfrente,
iniciando las obras de lo que años más tarde se convertiría en sus dependencias
conventuales definitivas.

Avanzando en la historia, cabe destacar que en las épocas de las
desamortizaciones, las dependencias del convento fueron enajenadas en subasta
pública; sin embargo, el templo, capillas y sacristía, ya en avanzada ruina,
quedaron pendientes de adjudicación a otros usos. No obstante, a partir de
1848, un giro en la política religiosa de los gobiernos de Isabel II permitió
moderar el proceso desamortizador, tendencia que se vería confirmada en 1851
con la firma de un Concordato con la Santa Sede. La cofradía “de Abajo”
consiguió reorganizarse y tomar nuevos bríos bajo la protección de D. Francisco
de Paula Pareja-Obregón y Rojas Narváez, conde de la Camorra y de D. Diego
Vicente Casasola y Stoppani, marqués de Fuente de Piedra. Por mediación del
primero, figura muy destacada en la vida de la ciudad de aquellos años, gentil
hombre de Cámara de Isabel II, y entre otros cargos, alcalde de Antequera y,
posteriormente, de Málaga, se obtuvo en enero de 1855 el Real Patronato y el
título de Real para la Archicofradía, de forma que la soberana fue nombrada
Hermana Mayor efectiva, actuando el conde de la Camorra como Teniente de
Hermano Mayor en su nombre y representación.

En este punto, las influencias del Teniente de Hermano Mayor,y de otros
destacados cofrades, como el ministro Romero Robledo, logran de la Reina la
cesión del templo a la Archicofradía, que, bajo el impulso del conde de la
Camorra y la dirección artística de José Carvajal y José Batún, profesores de
la Escuela de Nobles Artes de Antequera, acomete entre 1864 y 1865 un ambicioso
programa de reconstrucción.

Pero la labor de tan insignes cofrades no se habría de agotar aquí, pues
igualmente logran la consagración del antiguo templo de la Concepción como
Iglesia del Dulcísimo Nombre de Jesús y Mª Santísima de la Paz. La ceremonia
fue llevada a cabo el 19 de enero 1868, festividad del Dulce Nombre de Jesús,
por Fr. Pablo Benigno de Carrión, Obispo de Puerto Rico. Otros destacados
privilegios le fueron otorgados por la Santa Sede a cofradía y templo, entre
ellos la elevación de éste último al rango de Basílica, labor a la que no
serían ajenos otros ilustres antequeranos, Monseñor Benavides Checa en Roma y
el Obispo Muñoz Herrera en la sede malacitana.

También el número de obras pictóricas presente resulta bastante amplio,
correspondiendo en su mayoría al s. XVII o comienzos del XVIII, resaltándose
por su valor histórico y etnográfico el gran exvoto situado en la capilla
adyacente a la del Rosario, que representa la ciudad durante los días de la
epidemia de peste del año 1679.

Y sobre todo lo más importante a destacar, la obra de imaginería que la
Basílica recoge, es de un valor escultórico y devocional de inmensa altura en
la región andaluza. Hay que destacar las imágenes del Dulce Nombre de Jesús
Nazareno, obra que representa a Dios hecho Hombre y la imagen crística del
Cristo de la Buena Muerte fechadas en 1581 y obras de Diego de Vega; el Niño
Jesús Perdido, obra única del estilo en procesionar por las calles de
Antequera, es del s.XVII en la línea del estilo de Pedro Roldán y no se puede
finalizar esta enumeración sin mencionar la espléndida talla de la Virgen de la
Paz que se encuentra en el camarín del Altar Mayor Mayor, atribuida a Miguel
Márquez, datada en el año 1815, y que tras la Coronación Canónica de la Patrona
y Alcaldesa Perpetua de Antequera, la Virgen de los Remedios en el año 1922, la
Coronación Canónica de la Virgen de la Paz, Reina de Santo Domingo, Madre de
Dios, Reina de la Paz, fue la Primera de una Titular Mariana de una Cofradía de
Pasión  en ser coronada en Antequera, el
ya histórico 19 de Junio de 1988 en la Iglesia de los Remedios, oficiando la
ceremonia el Obispo D. Ramón Buxarrais Ventura y siendo Hermano Mayor de la
Cofradía y del trono D. José Luis Vidaurreta Villarejo. Corona, que es el
símbolo perfecto de reconocimiento a su nobleza, a su soberanía y a su devoción
popular mantenida en el tiempo.

Y voy acabando, y
perdónenme si me hago repetitivo o existe algo de desorden en la elaboración
del artículo, pero aunque se haya escrito de ésta Archicofradía hasta la
saciedad debido a su importancia devocional e histórica, creía que en un día
tan importante como el de hoy, era necesario recordar la responsabilidad de la
historia que recae sobre nuestros hombros al ser los portadores de la historia
que debe avanzar basándonos en la fe para transmitirlo a nuestros
descendientes. Son muchos los sentimientos que afloran en estos momentos que
siempre quedarán en el recuerdo, que se pueden resumir diciendo ¡Viva el Niño
Perdido!, ¡Viva el Dulce Nombre!, ¡Viva el Cristo de la Buena Muerte!, ¡Viva la
Virgen de la Paz, Reina entre las Reinas! y ¡Viva la Cofradía de Abajo!

Antonio García Mendoza
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