La trayectoria y la labor, no solo educativa, el colegio María Inmaculada de Antequera, edificio erigido sobre una antigua huerta y que se fundó como obra de caridad de las marquesas de Cauche hace este año justamente un siglo, será reconocida por el Consistorio
«Felicidades, os lo merecéis», fue la frase más repetida que recibieron las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, comunidad que regenta el colegio María Inmaculada de Antequera, cuando se hizo pública la noticia de que toda la trayectoria y labor del centro sería reconocida en el Día de la Ciudad.
María Dolores Montero, madre superiora de las Hermanas Franciscanas y titular del colegio, cuenta que antes de recibir la llamada del alcalde de Antequera, Manuel Barón, sobre la adjudicación del premio, el anuncio ya «corría» por ahí pues se difundió rápidamente por las redes sociales. «La noticia fue preciosa, porque después de la felicitación del alcalde, nos llegaron mensajes por parte de la ciudad de Antequera y de todas las personas que se iban adhiriendo a nosotras», relata mientras agradece el apoyo y el cariño que recibieron. Y no es para menos porque el María Inmaculada recibe diariamente a más 1.300 alumnos de toda la comunidad autónoma, una media de 750 estudiantes de educación Primaria y Secundaria y más de medio millar de alumnos que persiguen graduarse como maestros a través de la Universidad de Málaga.
En el centro reciben clase 1.300 alumnos de educación Infantil, Secundaria y Bachillerato hasta el Grado en Magisterio por la Universidad de Málaga
Esto es solo el resultado del esfuerzo de diez décadas de trabajo desde que se fundó el colegio en 1920, donde por aquel entonces estaban matriculados unos 250 alumnos, «muchos para la época». María Piedad Ríos, directora adjunta y jefa de estudios, cuenta que antes de que se construyera el colegio, en su lugar había una huerta y que no fue hasta 1910 cuando se inició el proceso de construcción del futuro centro educativo. En ese año, Petra Arreses Rojas, marquesa de Cauche, viajó desde Argentina hasta Antequera para dar cauce a un proyecto: la fundación de un asilo para niños pobres en Antequera. Desde entonces y tras pasar por muchas dificultades, consiguieron abrir las primeras clases para adultos y párvulos en octubre de 1920.
Durante este siglo han compaginado la educación con la realización de obras vinculadas a la Historia de cada una de las décadas que se han vivido en Antequera.
Por ejemplo en 1921, el centro pasó a ser un hospital de sangre para los heridos de la guerra de África, por lo que ese año se dejaron de dar servicios escolares y se dedicaron a la atención de enfermos
Otra de sus actuaciones fue la «famosa» ‘Gota de leche’ en 1924, que consistía en dar leche a las madres que habían dado a luz y no tenían medios suficientes para alimentar a sus hijos, dándose anualmente 70.000 biberones y más de 100.000 en alguna que otra ocasión.
También fueron pioneros en la creación de los comedores sociales. «Se hacían las comidas en el centro y se repartían por los colegios nacionales», explican.
Durante la Guerra Civil el colegio también se encargó de dar comida a los soldados, por lo que se convirtió en alojamiento y cuartel al servicio de las administraciones durante los peores años de los conflictos bélicos del S XX.
Con la marcha definitiva de los soldados tras la guerra, el edificio vuelve a retomar su labores educativas y paulatinamente va incorporando distintos niveles educativos
Desde el curso 1955-1956 se empiezan a preparar alumnas de Magisterio, que se examinan en la Escuela Normal de Málaga. La Escuela de Magisterio Rural, fundada por Ángel Herrera Oria, entonces Obispo de Málaga se inaugura en 1.954 hasta que 1959 termina su régimen de estudios.
Es en mayo de 1959 cuando se gestiona con el Ministerio de Educación la Clasificación del Colegio como Reconocido para el Bachillerato Elemental, y poco después para Bachillerato Superior. Aumenta el número de alumnas internas y externas.
Fue ya en el año 1966 cuando consiguieron el rango universitario hasta día de hoy, que son un centro de magisterio adscrito a la Universidad de Málaga con titulación homologada y oficial.
La escuela universitaria será condecorada el próximo 16 de septiembre con la Medalla de Plata de la Jarra de Azucenas
Más de ser un colegio religioso, actualmente la innovación está muy presente. Desde proyectos científicos hasta de robótica. Además, el centro está reconocido por la Junta de Andalucía como bilingüe y realizan proyectos de inmersión lingüística con desplazamientos de alumnos, exposiciones y ferias, además de llevar a cabo un proyecto de acogida por el cual cada dos años acuden al colegio alumnos de Estados Unidos.
En el contexto de la crisis sanitaria y sus consecuencias socio económicas, las hermanas siguen creyendo que el futuro del centro está «en manos de Dios», pues ya quedó demostrado que, sin recursos, la pequeña comunidad formada por cuatro hermanas pudo ir respondiendo a las demandas de la sociedad gracias a su providencia. «Si en sus planes está que nuestra Obra permanezca, él nos va a dar lo necesario, los recursos y la fuerza para que todo siga adelante».
Dependa o no de Dios, el centro tiene más que merecida la Medalla de Plata de la Jarra de Azucenas que recibirá el 16 de septiembre por todo lo que lleva «a sus espaldas».