Era un hombre de mente inquieta, un soñador que llevaba mucho tiempo esperando su oportunidad. Su nivel económico era medio alto y tenía una vida social que le aportaba muchas satisfacciones. Pero sentía la necesidad de hacer algo diferente, gratificante.
“Solo necesito una oportunidad”, pensaba. Lo que entonces no sabía es que las oportunidades nos las tenemos que labrar nosotros mismos. No esperaba nada especial de aquel congreso, solo mejorar su capacitación profesional, ponerse al día sobre las novedades de su sector y departir amistosamente con colegas de profesión.
Pero aquel no sería un congreso cualquiera… “Sean felices, haciendo lo que más les gusta”, dijo el orador, para terminar su charla. Sin duda el discurso del orador pretendía ser motivador. Para él fue una inspiración, el detonante que lo cambiaría todo. Era un buen profesional, pero él no había elegido aquella profesión, y ya era hora de cambiar.
Arquímedes dijo: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo». Su punto de apoyo fue aquella frase inspiradora, en ella se apoyó para cambiar su pequeño mundo.