¿Quién no sueña con unas vacaciones en Canadá? Paisajes infinitos con bosques de colores anaranjados en otoño, paseos en trineo tirado por perros en invierno, pesca en una canoa en verano. Gente un poco tosca pero de sonrisa fácil siempre dispuesta a echar una mano o a compartir unos momentos, ya sea en inglés o en su tan peculiar e inimitable francés. En definitiva, un lugar muy exótico visto desde el sur de España.

Pero muy lejos.

Y muy caro.

Pero a veces el exotismo está más cerca de lo que pensamos. Seguro que no han visto nunca jugar al hockey sobre hielo, el deporte canadiense por antonomasia. ¡Sin embargo esta disciplina se practica en Andalucía!

Desde luego sobra decir que no de forma masiva pero ver a unos chicos deslizarse sobre el hielo con toda su «armadura»  no tiene desperdicio. Por unos instantes nos podríamos creer en otra parte. ¡Desde luego la mezcla de idiomas en los vestuarios nos traslada a cualquier país del norte!
Es la gran ventaja de la Costa del Sol. Su clima generoso – y por qué no decirlo, su gente y su gastronomía – atraen a personas de todos los horizontes y orígenes. Gracias a eso, la oferta de ocio y deportes es amplia y enormemente variada.

Puesto que no nos podemos permitir ir a Canadá, ¿por qué no probar la pista de hielo de Benalmádena? Vale, los paisajes son distintos, estamos lejos de los horizontes sin límites, pero también tiene su aquel patinar con una puesta de sol sobre el Mediterráneo de fondo.

Y si no pueden ir a Estados Unidos, prueben a pasarse por la universidad de Málaga a ver un partido de béisbol. O bien si les atrae más el Oriente, apúntense a una clase de elaboración de sushi según la auténtica escuela japonesa. ¿Siempre les ha atraído la África Negra? En Coín podrán aprender a tocar el djembe o a marcar ritmos con eldumdum.

Con la que está cayendo, tenemos que conformarnos con lo que tenemos. ¡La suerte es que tenemos mucho!

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