Tratamientos contra la viruela del olivo

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El repilo, también conocido como ojo de gallo, viruela del olivo o vivillo

Es un hongo (SPILOCAEA OLEAGINEA) que provoca una de las enfermedades más severas y perjudiciales en el olivar, ya que da lugar a una fuerte defoliación y por tanto debilitamiento y una disminución de la producción. De hecho, ataques muy severos pueden afectar al pedúnculo del fruto, provocando la caída de la aceituna.

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Este hongo sobrevive en las hojas afectadas que permanecen en el olivo y en las hojas caídas en el suelo en forma de conidias, por tanto, la enfermedad se puede propagar durante todo el año, siempre que se cumplan las condiciones ambientales óptimas para ello, que son 20º C de temperatura y una humedad del 98%,lo que supone agua libre ,ya sea lluvia, niebla o rocío.

Las conidias que se forman en las hojas viejas, se dispersan por la lluvia e invaden las zonas bajas del olivo, produciéndose su germinación, cuando se alcanza la temperatura óptima. Una vez germinada la conidia, el hongo desarrolla una micelio, coincidiendo con las lluvias del final del verano o principios de otoño. Posteriormente se produce la incubación y la aparición de los síntomas, que consiste  en la presencia de unas manchas circulares en el haz de las hojas de color oscuro que se rodean de un halo amarillo. Estas manchas del haz no se corresponden con manchas en el envés, aunque sí pueden aparecer zonas oscuras a lo largo del nervio central.

Los tratamientos preventivos:

  • Por un lado el empleo de métodos culturales consistentes en favorecer la aireación y reducción de la condensación en la copa de los olivos por medio de podas, para disminuir la alta humedad del ambiente, y elección de marcos que eviten copas muy densas. También sería interesante el empleo de variedades que sean menos susceptibles a la enfermedad, aunque eso no siempre es posible.
  • El segundo pilar consiste en la lucha química por medio de funguicidas a base de cobre, que al depositarse en la superficie de las hojas, impiden la germinación de la conidias y las futuras infecciones. El momento óptimo de tratamiento sería final de verano o principios de otoño y final de invierno. En variedades sensibles, como son Marteño y Hojiblanco y en zonas endémicas es muy recomendable tratar antes de que se produzcan las lluvias y es eficaz el tratamiento en primavera, que es un momento crítico para la infección.

En la eficacia de los tratamientos es muy importante tener en cuenta el momento de aplicación, y no esperar a la aparición de los síntomas, porque como hemos visto, cuando éstos aparecen ,ya se ha producido la infección y el olivo sufrirá daños. Por tanto para adelantarnos a la aparición  de los síntomas, y de la infección, podemos intentar determinar la existencia de repilo latente y en función del porcentaje de éste, realizar el tratamiento.

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