Será el próximo domingo 4 de junio, dentro de la programación de la Feria de la Primavera

El área de Tradiciones del Ayuntamiento de Antequera pondrá en valor el uso del traje típico antequerano en la ofrenda floral de la patrona, La Virgen de los Remedios.

Será el domingo 4 de junio, dentro de la programación de la Feria de la Primavera. Habrá un pasacalles que partirá desde la plaza San Sebastián hasta la iglesia de Los Remedios, donde se hará la ofrenda y una posterior eucaristía.

«Llevamos tiempo intentando instaurar un día para que los antequeranos y las antequeranas puedan lucir nuestro traje típico», ha explicado la concejala de Tradiciones, Elena Melero. «El grupo Azucena trata por todos los medios de perpetuar el traje para que no se pierda, así como el fandango antequerano y todo lo que rodea nuestro folclore», ha señalado.

Melero ha animado a todos los antequeranos a acompañar a la Virgen de los Remedios ataviados con «nuestro traje» y que «este día sea un día grande en la ciudad».

Traje típico antequerano

Pablo del Campo y Rosa Mari Bracho, presidente y directora de baile del grupo Azucena, han desgranado cada detalle de los trajes.

La mujer viste falda y corpiño. La falda y mangas son de seda de colores alegres, rizada a la cintura, con mucho vuelo y a media pierna, adornada con una o dos tiras de encaje ancho negro o beige. El corpiño de terciopelo negro, muy ceñido y con mangas cortas de farolillo y adornadas igualmente con encajes estrechos compañeros a los de la falda. Abrochado con cordones, escote redondo, amplio en la delantera y discreto a la espalda, con faldones que cuelga de la cintura y adornados con botones grandes forrados de seda.

El traje se viste con enaguas y puchos blancos y se complementa con medias de garbanzos de hilo blancas, tejidas a mano. Los zapatos son negros de tacón, con lazos que se entrecruzan a la pierna. La cabeza va adornada con un tocado de encaje sobre claveles, luciendo en el centro un broche de orfebrería típica antequerana , al igual que los pendientes.

El toque final lo pone un camafeo que va anudado al cuello con un lazo de terciopelo negro.

Por su parte, el hombre viste traje de paño en colores discretos, con chaquetilla corta muy ajustada, en los picos de la delantera, en los codos y en la espalda luce sobrepuestos de fieltro a modo de flor de liz. El pantalón ajustado y corto, con cintura alta. Los botones, tanto de la delantera y bocamangas de la chaqueta como de los bajos del pantalón van adornados con lazos negros y caireles. La camisa blanca de algodón con cubre botones y fajín rojo a la cintura.

Completa el conjunto un pañuelo anudado a la cabeza, a modo de bandolero, y catite negro. Así como botos al tobillo y polainas que se ajustan a la pierna.