Un escritor es, ante todo, un lector. Así lo percibe el periodista y escritor malagueño Antonio Fontana, que nos desvela la clave del éxito de su novela más reciente ‘Una mujer furiosa’.
El ganador de los premios literarios Café Gijón y Málaga confiesa que su puerta de entrada a la creación literaria fue, precisamente, la lectura. «Un escritor es, sobre todo, un lector. Yo lo soy, desde luego: lector antes que escritor», afirma con convicción. El autor nos sumerge en su propia experiencia, donde una pregunta persistente lo llevó a la escritura: ¿sería capaz de contar historias tan cautivadoras como las que leía? Y así, decidido, se lanzó al desafío.
Su última obra, ‘Una mujer furiosa’, parte de un enigma intrigante: ¿qué podría llevar a una ama de casa corriente a secuestrar a un niño? Fontana explica que esta pregunta enredó su mente y se convirtió en el hilo conductor de la trama. Con maestría, el autor teje una narrativa que busca desentrañar este misterio, manteniendo al lector atrapado en las páginas de su obra.
La novela consigue transportar a los lectores a un viaje en el tiempo, permitiendo a las generaciones actuales recordar y comprender la España de la dictadura, la Transición y los años posteriores. Mientras tanto, los lectores más jóvenes descubrirán un territorio desconocido que les parecerá tan extraño como Marte, aprendiendo así la importancia de los derechos y libertades que hoy disfrutamos y que no siempre han existido.
Eso sí, aunque los integrantes de ‘Una mujer furiosa’ son concebidos por la ficción, el autor confiesa que cada uno de ellos lleva consigo un fragmento de su propia identidad. «A este le presto la afición a la lectura, por ejemplo; a aquel, una obsesión; al de más allá, alguno de mis miedos, o mi ironía, mi humor negro. Así soy yo, como un padre para mis personajes», revela con cariño.
Los personajes que envuelven la historia, cobran vida propia en su mente, desafiando su control y, aunque podría ejercer poder sobre ellos, Fontana elige ser permisivo y no interrumpir su existencia. «Todo normal. Pero soy muy permisivo y no suelo cortarles el cuello. Nunca», asegura sin dejar atrás esa pizca de ironía que lo caracteriza.
Y es que ese humor que destila el autor malagueño también impregna ‘Una mujer furiosa’, aunque de forma sutil, ya que, para el autor, se trata de un elemento “delicado” en una sociedad dónde prima lo que se considera “adecuado”. “La ironía, hoy, no sé si se entiende. Tenemos, todos, la piel muy fina; y, por esa razón, creo que enseguida nos ofendemos. Me temo que la ironía ha muerto o está a punto de desaparecer. Es una pena, porque sirve para hacer más digeribles según qué temas”, lamenta.
El humor y la lectura fue, precisamente, lo que sirvió al autor de terapia durante uno de los momentos más delicados de su vida, justo cuando estaba inmerso en las correcciones de su última novela. “ Mientras corregía las pruebas finales, sufrí un infarto. Pero no lo he vivido como un drama. Aquí estoy, ¿no? ¡Pues a seguir dando guerra! Es decir, ¡a seguir escribiendo!”, cuenta el también periodista, que terminó de corregir la novela en la UCI.
Desde el Sur del Torcal, lugar que le otorga inspiración y dónde se mudó por amor, el autor nos desgrana las entrañas de su obra, confesando que ‘Con una mujer furiosa’ lo que busca es lo mismo que con todas sus novelas anteriores. “Mientras escribo: saber qué ocurre en la siguiente página. Cuando el libro ya está en la calle: comunicarme con los lectores”.
Además, confiesa que sería un sueño llevar algunas de sus obras al cine, manteniendo los dedos cruzados para que ese deseo se haga realidad.
Pero, ¿qué explica el éxito de las obras de Fontana? Ante esta pregunta, el escritor es claro. Qué una obra triunfe o no radica en la honestidad y en no defraudar al lector. “El éxito del triunfo de un escritor es la honestidad. El no darle al lector gato por liebre. Y, en mi caso, además, cuidar el lenguaje al máximo. Y procurar que mis novelas sean casi perfectas…, sabiendo que la perfección no existe”.