Archidona se echó a la calle en la tarde de ayer sábado para celebrar los 500 años de la Archicofradía de la Soledad. Cinco siglos cumple ahora el documento más antiguo que hace referencia a una cofradía en esta localidad, razón por la cual siete cristos de cada una de las hermandades de pasión archidonesas acompañaron en una Magna Procesión a la Virgen de la Soledad.

Quinientos horquilleros hicieron posible el cortejo, que lo abrió Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén, de la cofradía de la Pollinica, seguido de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto, de la hermandad del mismo nombre, Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna, de la cofradía de la Columna, Nuestro Padre Jesús de la Humildad, de la cofradía homónima, el Dulce Nombre de Jesús, de la hermandad del Dulce Nombre, y para terminar, el Santísimo Cristo de la Expiración, de la cofradía de la Expiración. Cerraba el cortejo, como broche de oro, Nuestra Señora de la Soledad y el Santísimo Cristo del Descendimiento, que fueron juntos en un mismo trono.

La Magna Procesión se convirtió ayer en el epicentro cofrade no sólo de la provincia, sino de la comunidad andaluza, pues fueron numerosas las excursiones organizadas que no quisieron perderse este evento, sin referente en Archidona desde el año 1967, cuando se celebró el último Santo Entierro Magno.

Para el alcalde de la localidad, Manuel Sánchez, la Procesión Magna de Archidona ha supuesto un impulso a las señas de identidad locales, además de una buenísima oportunidad para la promoción y el turismo en la localidad, plasmada en los cientos de visitantes que Archidona acogió desde primeras horas del sábado hasta bien entrada la noche.

Cuatro bandas de música acompañaron con sus sones a los tronos de los sagrados titulares por las calles del centro archidonés, bajando desde la parte alta hasta el centro, siendo en el enclave de la iglesia de la Victoria donde a partir de las 8 de la tarde fueron realizando la Profesión de Fe cada una de las hermandades ante la imagen de Jesús Resucitado. Las cofradías llegaron a la calle Carera, donde se encontraron para realizar el recorrido conjunto por Paseo de la Victoria, Nueva, Caños de las Monjas y Empedrada hasta los Cuatro Cantillos.

Una vez allí, cada trono siguió el camino más corto hasta su encierro, separándose el cortejo en sus respectivas direcciones.Recorrido donde, además, se le concedió a la Virgen de la Soledad la Medalla de Oro de la Ciudad, con motivo de su 500 aniversario, otorgada por unanimidad por el pleno del Ayuntamiento de la localidad malagueña.

Pero no sólo fueron los cristos de cada cofradía los que acompañaron a la Señora de Archidona en esta efeméride. La Virgen de la Soledad llevaba un detalle de cada una de las vírgenes de las diferentes hermandades. Entre estas ofrendas para la procesión destacaban el rostrillo, unos ángeles portadores de faroles o diversas joyas que lució la Virgen.

Archidona demostró una vez más la excelentísima salud con que cuenta su Semana Santa y cada una de sus cofradías, atesoradoras de un estilo antiguo que se perpetúa de generación en generación a base de respeto y fe, dejando claro que en temas cofrades, al igual que en muchos otros, esta no muy grande población tiene mucho que decir.