Ricón de largos paseos ,
Rincón de paz y sosiego,
Lugar de encanto sin igual.
Memoría viva de la Ciudad,
Fuente que bebes de la Hermosura,
Para darnos salud en el quebranto,
Y calmad la sed de un pobre que vaga ,
sin contentura.
Como si tú , fuente de aquel rincón del antequerear ,
Salieras y fueras la única luz en este valle de azul cielo y juncal.
De darnos cobijo junto a tus magnolios,
Esos amigos de fijo.
Allí estás tú , fuente de pino y jazmín,
Fuente que brota de ella aguas mil,
Sin temor , en amanecida o al ocaso ,
Sigues allí en tu descalcez,
Dispuesta a darlo todo ,
Como en el ayer.
Si hay rincones que apaciguan el alma y dan buena sombra al viandante , esa es la plaza de las Descalzas. Lugar enclavado junto a la Descalcez Carmelitana, lugar de paso colegial, y de leyendas , personajes y agua azucenal, por donde tiene su paso el Señor de Antequera y una dama martirial, Eufemia es su Gracia, que Ella quiere conquistar a todo antequerano que a la caída de la tarde , la ve desfilar junto a esas campanitas que tiñen como si se tratara de gotas de cristal , son las hermanas del Carmelo que con mucho esmero dan su homenaje , ofrenda al caer la tarde a tí , Salud y Aguas, Señor de trigo y Romero, de espárrago y almendro, que custodias San Juan junto a tu Madre , la Virgen de la Cabeza, mujer , Virgen y flor del mayear.
«Si hay magia en este planeta, está contenida en el agua» expresaba con certero frasear el antropólogo Loran Eisely, y es que , si hemos de poner un foco de vida en la Ciudad, ese es el agua de sus fuentes , de sus estanques, que ciertamente no abundan. Ha de llamar la atención lo esencial que resulta este elemento natural, su grandeza, su origen y si me apuran, su aspecto místico y sobrenatural, que da sosiego al alma que ansía la calma , sed al peregrino, y buena compañía al hombre que buscando un lugar y rato de esparcimiento , acaba por dar por escogido ,un lugar entrañable donde poder departir con los amigos al son de un licorcillo o bien algo más entonado pueda contemplar lo bello que es el caer de esa casta hermana, dulce y singular.