Entregado en manos de los hombres, los impios hombrecillos,  el cuerpo del Cristo,  es maltratado, desfigurado, vejado, humillado…hecho escarnio.
Aquel bello y puro  cuerpo es golpeado cruelmente por el látigo de manos de un  hombre de aspecto feroz, sayón es su nombre.
Aquel  rostro insultado, no vocifera; golpeado, santifica;
hecho esclavo, nos liberaliza.
Camina sabíendose bálsamo de nuestras heridas y de nuestro dolor,
cumpliéndose en Él la profecía de Isaías
«Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.
No oculté el rostro a insultos y salivazos» (Is 50, 6).
Aceptando  ser reducido a un pedazo de carne vilipendiada , un condenado al suplicio; Tú , Hijo de David, llevaste los pesares de nuestros  abuelos y padres, y ahora cargas con los  sufrimientos de los actuales.
Cargaste con nuestros dolores, Tú, que
fuiste aplastado y te causaron el Mayor Dolor, pero con ese bendito y dulce dolor,  cura las heridas de los antequeranos.
Concede a cuantos son de los nuestros despreciados, humillados o marginados, a
a cuantos han sido desfigurados por  la enfermedad , incomprendidos y tachados de atar… crucificados al fin, en esta sociedad que nos ha tocado vivir, seas Tú, Cristo del Mayor Dolor, Cristo de mi devoción, Cristo de mi Eternidad,
El Señor de nuestra ansiada Libertad.

¡Genial Carvajal, que un 8 de Junio de hace 250 años dejó plantado,
en esta bendita tierra, de Vega, Peña y Torcal,
Un Rostro , ¡que rostro!, de mirada eternal, Que mira y fija su dulce mirar,
En cada uno de los antequeranos que cruzan aquel umbral,
y se dejan iluminar por su inefable Bondad!

 

En recuerdo agradecido a todos los que nos dieron a conocer y amar esta dichosa imagen de Carvajal Venerada en la colegial de San Sebastián.