El pop ensoñador, la
electrónica juguetona y la capacidad de reinterpretar melódicamente caminos
aparentemente ya transitados una y mil veces inauguró el pasado viernes la
segunda temporada de los «Viernes Alternativos» de Cambayá Club.
Enfrentarse a una
nueva edición del ciclo de conciertos por medio del cual el «Laboratorio
de Sonidos (…ya sabéis, el programa radiofónico que esta santa casa dedica al
universo sonoro mal llamado alternativo) invade las tablas de la mítica sala
antequerana era todo un placer y un deseo después de las buenas resonancias
(sonoras, que no de público) que nos dejó el pasado año.
Como el anterior, el
inicio del nuevo curso volvió a tener acento gaditano y desde Benalup llegó
Oudry con todos sus patrones polares.
Banda surgida a
finales del 2010, la vida de Oudry ha estado repleta de cambios y
experimentación, lo que les ha llevado a ese personal sonido que regalaron sin
contemplaciones al selecto público asistente y a las cámaras y micrófonos con
las que el inquieto Antonio Blanco recogió todo lo que dio de sí la noche.
Noche en la que las
canciones fueron deslizándose ante la siempre atenta mirada del personal
asistente con una facilidad pasmosa impropia de una banda en la que debutaban
en formato eléctrico la mitad rítmica de sus miembros.

Del intimismo de
«Pequeña Diosa» a la explosión pop de «Super Chema» (que
tuvo un bien merecido bis recibido por el público con entusiasmo); de la
visceralidad del homenaje a Rocío Jurado en «Se nos gastó el amor (de
tanto usarlo)» a los guiños orgánicamente incrustados a esas otras bandas
que nos han llevado hasta ellos, Oudry recorrió presente, pasado y futuro de
una carrera que no ha hecho más que comenzar (desde aquí tan sólo dos EP’s nos
contemplan) y que promete ser de muy larga distancia.
Enrique Gómez-Rodulfo

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