Aunque es de Antequera, Carmen Almanza se considera del mundo. Ligada a su carrera como modelo internacional, esta joven también tiene un gran gusto por el arte, como bien demuestra con las miles de ilustraciones que llenan de color su cuenta de Instagram. 

Su primer contacto con el mundo de la moda llegaría con tan solo 16 años, pero no lo concibió como una salida profesional hasta qué se mudó a Madrid para estudiar el Máster en Arteterapia y Educación Artística para la Inclusión Social. “Era un mundo que siempre me había llamado la atención, así que me puse a buscar agencias y, por suerte, entré en Mad Models, una de las más importantes de España”, comenta con entusiasmo.

Pese a no tener experiencia previa, su duro trabajo y perseverancia pronto empezaría a dar grandes resultados, abriéndole un mundo de posibilidades que no quiso desaprovechar. “Desde bien pequeña siempre decía que quería ser artista y modelo. Siempre andaba dibujando y haciendo mis pases de modelos a mis abuelos con «mi sabanita».

Sin duda, una historia que se funde en un símil con la del ‘Patito feo’, que supo salir de sus complejos para convertirse en un verdadero cisne, viendo en la diferencia la belleza. “Me decían que estaba muy delgada y yo me obsesioné con que tenía que engordar. Cuando acabé la carrera decidí acabar con esos complejos y darle la vuelta”. Y todo ello lo ha conseguido gracias a la ayuda de su familia, que siempre la ha motivado en su carrera y la ha ayudado “a mantener los pies en la tierra, que es algo muy importante en este mundo”.

Desde Gucci, Versace hasta Armani, no hay marca ni sello que se resista a la fuerza y el espíritu salvaje de la joven antequerana. “Nunca sabes por cuánto tiempo vas a estar fuera. En mi maleta hay ropa para todas las estaciones, porque hoy puedo estar en China y mañana en Milán. Nunca se sabe”, explica la joven.

Y es que la monotonía nunca fue del agrado de la modelo, que siempre soñó con conocer mundo y cumplir sus sueños. “Actualmente vivo en Londres y viajo sola, lo que me permite conocer a un montón de gente nueva e interesante y nutrirme de nuevas experiencias”. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce en el mundo de la moda, y estar tanto tiempo fuera de su hogar no siempre es fácil. “La vida de una modelo es estar todo el día haciendo castings y esperando. La agencia te envía a un destino sin saber siquiera si vas a trabajar”, y a todo ello se suman las largas colas que acaban en un “no”. “He podido estar cuatro o cinco horas esperando una cola y cuando te toca tienes que poner tu mejor cara y sonreír, fingiendo que no llevas siete castings por toda la ciudad corriendo en el metro”.

Para Carmen el modelaje se asemeja a la actuación, ya que, aunque delante de la cámara la artista parece no tener miedo, en realidad es muy tímida, por lo que todo se trata de una especie de “juego de máscaras”. “Yo diferencio dos personajes: Carmen Almanza, que es mi nombre de modelo, y Mari Carmen, una chica a la que no le gusta mucho llamar la atención”. 

El modelaje como escudo. Así lo definiría Carmen, que se sumerge en el papel de “chica seria”, cuando realmente su mejor complemento es la sonrisa. “Muchas veces me veo y me sorprendo de lo que me lo llego a creer. Es una manera también de que no te afecte cuando te dicen que no. No te lo están diciendo a ti, se lo dicen a tu personaje”, explica. 

Y pocas veces se le puede decir que no, ya que Carmen es una persona muy polifacética. A su gusto por la moda se suma su amor por el arte, que se refleja a través de las carismáticas ilustraciones en su cuenta de Instagram. “Siempre llevo un cuaderno de viaje conmigo donde recojo los rincones que más me gustan de los sitios a los que voy. En vez de comprar un imán, hago un dibujo”.

De hecho, su gusto por el arte no se trata únicamente de un hobbie. La antequerana ya ha realizado trabajos tan relevantes que van desde la interpretación de la portada de la revista Cosmopolitan, hasta el fondo del primer single ‘Teléfono’ de Aitana. “El trabajo como modelo es una etapa que pienso exprimir al máximo y disfrutarla todo el tiempo que pueda, pero mi sueño es poder vivir de mi arte”, razona la modelo.

Una historia que nos muestra que las debilidades se pueden convertir en la mayor fortaleza. “Cuando quise aventurarme a vivir únicamente como modelo por todo el mundo, me dijeron que eso sólo lo podían hacer algunas modelos, y según ellos, yo no era una de esas modelos, pero pensé, si ella  puede, yo también. Lo más importante es no ponerse límites”, algo que la joven antequerana ha mostrado y con lo que anhela un futuro prometedor. ”No quiero estar en un sitio fijo. Yo quiero ver mundo. Al final, la vida son experiencias y, de momento, estoy viviendo miles de ellas”.