Diálogos de terraza (de bar).
Por Paco Sánchez
Muchas semanas después volvieron a abrir las terrazas de los bares. ¡Qué larga había sido la espera! Parecía que nunca volveríamos a sentarnos a la mesa de un bar. Pero todo pasa y todo queda, que escribió Machado y cantó Serrat. Aquellos días de confinamiento ya eran historia; por fin se podía salir a la calle, sentarse en una terraza, tomarse una copa en la mejor compañía… Con la apertura de los bares volvieron los “diálogos de terraza” (de bar). Y, sentados frente a una copa, volvimos a compartir ilusiones, desahogar penas, discutir de fútbol, compartir risas, debatir sobre política, arreglar el mundo… Al calor de la amistad, animados por el alcohol y liberados gracias a su efecto desinhibidor, incluso contamos algún “secreto inconfesable”, de esos que nos pensábamos llevar a la tumba. Una copa puede ser un buen puente para acercar confianzas, despertar complicidades, incluso el inicio de una relación, pero nunca fue buen guardián para los secretos. Será porque el alcohol nos calienta el alma y, cuando eso ocurre, tendemos a desnudarnos por dentro.